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La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica XVI

Por 24 de noviembre de 2011 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

XVI En síntesis…

 La techné a la que se refiere Aristóteles no es una modalidad más compleja de una potencialidad que en su generalidad compartiríamos con otros animales, sino la expresión de las facultades que singularizan al ser humano en el registro animal.

La historia de la techné pasa por múltiples escisiones: opuesta a la ciencia por un lado, opuesta al arte por otro lado, sin que pueda decirse que  tales polaridades esten firmemente establecidas. Herrero se ha podido decir del escultor Eduardo Chillida, y las conjeturas meramente teóricas de un Max Planck o de un Antton Zeilinger multiplican su impacto cuando surge el experimento técnico al que desde su propia formulación  están apelando.

En fin la disciplina científica que mayormente determina nuestra época no sólo vincula intrinsecamente el aspecto experimental y el aspecto técnico sino que en esta vinculación se pone de relieve que el technités que nosotros constituimos  es quizás la condición misma de posibilidad de que se den las propiedades que la técnica accede a medir, dando apoyo así a la vieja  idea de que el hombre es efectivamente medida de todas las cosas.

En un momento en el que tanto  la homología genética entre el ser humano y otras especies animales como por  la existencia de complejos maquinales que dan base a la idea de inteligencia artificial se buscan razones para poner en entredicho la  subversión que supuso la aparición  de la especie humana en el marco de la historia evolutiva y la irreductibilidad del lenguaje humano (por ende del pensamiento vinculado al mismo),  la persistencia de las aporías que desde hace casi cien años llenan de estupefacción a los grandes de la reflexión cuántica se erige en soporte para el mantenimiento de posiciones humanistas.

Uno de los problemas a los que se encuentra confrontada la teoría cuántica es el de que  también el instrumento con el cual medimos, al hallarse constituido por partículas elementales,  puede ser objeto de la medición  (lo cual acarrea entre otras cosas que el instrumento  meramente indicativo se halle intrincado en aquello que indica- gato  de Schrödinger en relación al dispositivo susceptible de descarga mortífera). Para evitar  la remisión al infinito von Neumann se atrevió a afirmar la irreductibilidad a la medición cuántica de aquello que el denominaba conciencia humana. La causa del  colapso de la función de onda ( la aparición pues de un gato vivo o de un gato muerto, con exclusión de ambas cosas a la vez) no sería otra que el observador consciente. El término conciencia probablemente  no era el más adecuado (quizás simplemente en razón de que von Neumann no estaba  al corriente de las dialécticas filosófico científicas en torno al mismo), pero lo que el gran científico quería enfatizar tiene aun vigencia:

No cabe reducir a mera presencia  en el orden natural la fuente misma de toda reducción. No cabe hacer del hombre un mero correlato del conocimiento, o sea  un objeto, no hay pues ciencia del hombre  y – en los términos que he ido plantando ultimamente esta reflexión- no cabe moldear por la técnica al technitès

 

 

La interpretación de la Mecánica cuántica conocida como Many  Worlds, múltiples mundos, es  hoy muy popular entre los físicos  en razón de que pese a su barroquismo tiene la ventaja de que cada uno de lo mundos que postula recupera las características de nuestro mundo clásico. Mas valen múltiples mundos que responden a lo que el sentido común atribuye al mundo de siempre, que un sólo mundo en el que no funcionan los principios de contigüidad, realismo, localidad etcétera, parecen decirse. Pues bien,

Si nos preguntamos en que difiere nuestro mundo -convertido de nuevo en clásico- de los otros mundos una respuesta mínima es que los otros son meramente postulados mientras que el nuestro es constatado, constatado por ese complejo unificado de facultades que constituyen el espíritu humano, al que a menudo nos referimos con el término conciencia (que en realidad representa tan sólo una rasgo- no siempre presente de tal complejo).

Los otros mundos son postulados pero no son  correlato de nuestra realidad  conceptual y lingüística, no son objeto concretamente de las mediciones cuánticas.

Todo lo que es posible es ciertamente real: tal es el soporte de la teoría de los múltiples mundos; sin embargo no todo lo que es real es actual, es decir por los instrumentos de medida dispuestos en última instancia por la condición humana. Una  sentencia a menudo citada a este respecto es la del gran físico John Archibald Wheeler: "no phenomenon is a real phenomenon until it is an observed phenomenon"

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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