
Víctor Gómez Pin
Desde las teorizaciones epistemológicas sobre la verdad, hasta la verdad heideggeriana como aletheia, desvelamiento, que restauraría nuestro lazo con el ser, pasando por la verdad que Marcel Proust vincula a la metáfora… la verdad nos interpela y, una y otra vez, nos llenamos la boca remitiéndonos a ella. La mentira parece a veces no ser considerada más que como un negativo de la verdad, iluminada por ésta sin necesidad de focalizar la reflexión sobre ella misma. De la aparente primacía de la cuestión de la verdad sobre la cuestión de la mentira podría ser indicio la siguiente anécdota:
Al comunicar a un niño de ocho años mi disposición a escribir un texto sobre la cuestión de la mentira, no hubo manera de hacerle comprender el sentido del proyecto, hasta que éste quedó mediado por la cuestión de la verdad. Para ti ¿qué es la verdad? le interpelé. Tras unos momentos de vacilación dijo… "la matemática".
La matemática no da pie a confusiones o ambigüedades, quería decir posiblemente el niño, perspectiva en la cual, lo que se opondría a la verdad no sería tanto la mentira como la equivocidad. Donde reina lo equívoco no hay criterio sobre lo erróneo, mientras que en matemáticas, tal criterio estaría garantizado.
Ya he indicado que cierto uso de la expresión verdad conlleva una carga de eticidad vinculada a la necesaria entereza en el comportamiento, ya sea por referirse aquello a lo que hemos de confrontarnos, o por referirse a lo que no debemos ocultar. Y en contrapunto surge el sentido más psicológicamente cargado del término mentira: mentira como usurpación, como entereza impostada, como simulacro de andreia, por utilizar el concepto griego al que he dedicado una de estas reflexiones.
Dado el peso del asunto los próximos textos supondrán un paréntesis en la exploración que iba realizando de las interrogaciones filosóficas y constituirán una exploración de epifanías de la mentira que irá dando pie a una reflexión sobre la misma.