Víctor Gómez Pin
La mayoría de textos que han dado contenido a este blog se focalizaban sobre problemas filosóficos. He defendido aquí mismo muchas veces la tesis de que la filosofía se enfrenta a interrogantes que se presentan al espíritu en cuanto éste deja de estar distraído, entendiendo por distraído lo siguiente: ocupado en problemas contingentes, es decir, problemas que (por apremiantes y hasta dramáticos que puedan ser) no son parte de las alforjas elementales de la humanidad, no se presentan necesariamente en toda organización humana concebible. Defiendo por todos lados la tesis de que filósofo es exclusivamente aquel que habla de cosas que a todos conciernen y lo hace en términos, de entrada, elementales y que sólo alcanzan la inevitable complejidad respetando esa absoluta exigencia de transparencia que viene emblemáticamente asociada al nombre de Descartes. Y no encuentro jamás redundante recordar que el instrumento de la filosofía no puede, de entrada ser otro que el lenguaje inmediato e inevitablemente equívoco, del que se nutre la vida cotidiana. Pero también he dicho que precisamente por lo ambicioso de sus objetivos la filosofía acaba exigiendo un grado de tecnicidad y hasta en ocasiones de erudición.
Ello justifica que habiendo abordado hace unas semanas el problema filosófico de las concepciones que nos hacemos de la naturaleza, me haya sentido obligado a hacer una inmersión en la teoría científica que con mayor radicalidad ha cuestionado los presupuestos implícitos que marcan nuestra relación con el entorno. He insistido en que desde el pensamiento primitivo hasta la Teoría de la Relatividad hay una base común de referencias respecto al orden natural… que la Mecánica Cuántica subvierte radicalmente.
He estado varias semanas embarcado en una presentación filosófica de la Mecánica Cuántica, concretamente en la tentativa de realizar una génesis conceptual de la disciplina que me permita hacer inventario de sus enormes implicaciones filosóficas y tengo el proyecto de seguir en tal "viaje". Pero como aspiro a que los aspectos más ontológicos de la filosofía no sean un impedimento (más bien lo contrario) para poner sobre el tapete otras dimensiones de la disciplina, concretamente las dimensiones estética, ética y política, este blog da efectivamente saltos de problemática.
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Lo que hoy inicio es el principio de una conversación informal con mi amigo el escritor y profesor de Historia de la Medicina José Lazaro. Conversación mantenida y por el grabada en mi casa de Barcelona y que prolongaremos en compañía de otros amigos muy próximamente. Después volveremos en este blog a las cuestiones filosófico-ontológicas.
"Problema total de la existencia"
José Lazaro– En tus libros y escritos haces apenas referencias explícitas a Marx. Sin embargo se diría que cada vez que aludes no sólo a temas directamente sociales sino a la condición humana y sus retos, Marx está presente. Parece un instrumento que utilizas en lugar de tomarlo como objeto.
Victor Gómez Pin– La virtud magnifica del marxismo es la critica a la ideología. Es incompatible ser marxista e ideólogo…, imposible. El marxismo no puede ser una ideología. Y que llegue a convertirse en una ideología es no sólo deplorable sino auténtica mutilación. El marxismo es una de las tentativas, precisamente, de denunciar la falacia de toda ideología. Lo hace poniendo de relieve los aspectos subyacentes de esa ideología y a qué responde en ultima instancia que nunca coincide con lo que los devotos de la misma piensan. En suma no puede haber una ideología marxista, y si la hay no tiene nada que ver con lo fértil del marxismo.
J- Y ¿qué es?
V- El marxismo esencialmente consiste esencialmente en algo muy claro: poner de relieve como las estructuras alienantes del orden social determinan todos los aspectos de la vida y hacen imposible la realización de la esencia humana. Esto es el marxismo, y esto son los manuscritos del 44 cuando al final sugiere Marx que el comunismo sería la situación en la que el hombre estaría en condiciones de confrontarse al "problema total de la existencia"…
J- Desde esa perspectiva marxista ¿como defines ideología?
V- Ideología, pues mira…: un sistema de creencias que te permite no enfrentarte a lo real. Esto es la ideología.
Hay una posibilidad de enfrentarse a los problemas que determinan al hombre en función de su propia condición de animal racional. En fin la alineación (término poco de moda, curiosamente cuando aquello que designa nunca ha estado más presente) es lo que impide esta asunción del propio destino. La ideología esta hecha para que un sistema de alineación te sumerja y estés en él tranquilamente instalado.
J- ¿El cristianismo es una ideología?
V- ¿El cristianismo? Absolutamente, vamos, la más poderosa que ha habido en la historia de la humanidad con muchísima diferencia. Pero cuidado no la menos interesante, porque es mucho más interesante que esos sucedáneos que se dan ahora: religiones sin catedrales, auténtica bazofia para el espíritu. Pero en cualquier caso, por definición el cristianismo es ideología, es decir: un sistema de encontrarse parapetos para no asumir tu condición, no enfrentarte entre otras cosas a tu condición animal.
Hombre, el carácter ideológico del cristianismo ya esta bien mostrado por Marx en las Tesis de Feuerbach o por el propio Feuerbach, simplemente. Lo que sí ha sido una sorpresa, es que la exigencia de una naturaleza sana y la misma exigencia del reconocimiento de nuestra condición animal, se hayan convertido en ideología. Esto no era tan de esperar. ¿Por qué? Porque si enfatizas (como los émulos españoles de las tesis del americano Gary Francione) que el problema es el sufrimiento, el problema es que hay seres que sufren, y que la esencia de la disposición ética no consiste en paliar el mal gratuito que afecta a los seres humanos, sino en evitar que sufra todo aquél que sea susceptible de hacerlo, entonces… lo demás es secundario. Una vez que dices esto (que por otro lado es una ideología muy cristiana), entonces tienes tendencia a erigirlo en problema exclusivo: dime que problema impones y te diré como estás determinando el mundo.