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La causa de la naturaleza y la causa del animal de razón (VII): proteger la naturaleza y protegerse de la naturaleza

Por 1 de abril de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Y sin embargo la naturaleza no siempre nos es favorable. Y no puede ser considerado maltrato de la naturaleza el defenderse de ella cuando es perjudicial, no ya para nuestra existencia sino también para nuestra exigencia de vida cabalmente humana. Obviamente no es contrario al imperativo general de la moralidad el eliminar formas de vida que constituyen una amenaza directa o indirecta para la especie humana o para el medio natural en el que esta habita. Defensa desde luego sin connotación de enemistad. No puede haber acritud ante la naturaleza y en consecuencia no debe haberla ante un animal potencialmente dañino que nos disponemos a eliminar. A este simplemente se le combate. En la gran narración Moby Dick la alarma del segundo de a bordo, Starbuck, se despierta cuando en una conversación con Ahab descubre que este tiene verdadero rencor a la ballena, erigida en emblema físico de una suerte de hacedor maligno, al que los hombres tendríamos toda clase de razones para odiar.
 

La locura de Ahab consiste en proyectar sobre la naturaleza meramente animada una queja que sólo tiene sentido en el marco de la moralidad, es decir de una relación entre los hombres. El simple hecho de respirar supone ya inserción en ese ciclo de transformación, emergencia y destrucción que es siempre la vida.

Desde luego la generalización de una moralidad que extendiera sin más el imperativo kantiano de no instrumentalización de los seres humanos al resto de los animales (no digamos ya si se trata de la vida en general, vegetales incluidos) entraría en contradicción con la exigencia de conservación de la especie humana.

Por ello además de que es legitimo eliminar los animales dañinos, tampoco puede ser contrario a la moralidad el buscar las formas de alimentación más beneficiosas para el sano mantenimiento de nuestra especie, considerada en el momento presente o en el ciclo de las generaciones. Y no estoy tomando partido en la controversia sobre si una dieta vegetariana hubiera sido suficientemente rica en proteínas y calorías como para permitir el desarrollo del cerebro, o más bien fueron necesarias proteínas de origen animal. Creo que no es necesario entrar en ello. En ocasiones podemos quizás permitirnos una dieta vegetariana, pero no siempre es así y desde luego supone una subordinación de los intereses de nuestra especie el renunciar a modalidades de alimentación a las que otras especies no tienen (¡no pueden tener!) escrúpulos en recurrir.

Hasta aquí debería haber general acuerdo, lo cual supone por ejemplo que los convencidos de la bondad del Veganismo respeten en la práctica el comportamiento de quienes no profesan tal forma de espiritualidad (disposición tolerante hacia los demás que se exige en democracia a todo fiel de una u otra ideología, o convicción religiosa).

Protegemos al animal que potencialmente nos es favorable, y podemos llegar a tener cariño por el mismo, lo cual no es óbice para que eventualmente le demos muerte, a fin de alimentarnos o cubrirnos con su piel, pero-eventualmente- también a fin de mantener viva la reminiscencia de un hecho (quizás inconsciente) forjador de una u otra civilización, bajo la forma de ritual.

 

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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