Víctor Gómez Pin
Pues bien, este imperativo kantiano, más que puesto en tela de juicio, ha sido por así decirlo objeto de inflación, al extender el dominio de aplicación: de los seres de razón a los primates, de ahí a especies animales consideradas en peligro de extinción y finalmente a especies que forman parte de nuestra existencia cotidiana, nos ayudan en la subsistencia o incluso aseguran nuestra alimentación. De "no instrumentalizarás a los seres de razón", el imperativo se ha ido deslizando hacia "no instrumentalizarás a los seres con vida animal" y en algún caso extremo a la forma: "no instrumentalizarás a los seres vivos", vegetales incluidos.
He de señalar que este asunto adopta en ocasiones las formas extrema de la erección del mundo natural en una equilibrada pureza que la presencia del hombre enturbiaría. Este asunto viene de lejos y retorna cíclicamente en la historia del pensamiento. Cabe ilustrarlo simplemente por la confrontación que en su día mantuvieron Voltaire y Rousseau.