Víctor Gómez Pin
La inteligencia en su relación con la naturaleza compensa en el ser humano lo frágil de su animalidad. Por ello, que el hombre haya cruzado la frontera de lo que la naturaleza está dispuesta a tolerar, es la prueba mayor de una suerte de común ceguera. Prudente era al respecto la advertencia de Horacio a todos aquellos que quisieran ignorar su propio fondo: "Expulsa la naturaleza con una furca, retornará siempre".
Este retorno no deseado adoptará formas catastróficas que harán inviable lo que ha de ser objetivo final de nuestra acción: la causa del ser humano. Por ello indicaba que la idea misma de civilización supone un equilibrio respecto a la naturaleza.
Pues bien:
Cabe decir que hay abuso del entorno natural cuando su explotación es estéril (o hasta perjudicial) para la causa final del hombre, que pasa por la forja de un entorno que garantice no ya su subsistencia sino su dignidad y la fertilidad de sus facultades como animal racional. Extraer de la naturaleza lo más beneficioso para el género humano sin agredirla, y ni siquiera forzarla. Actualizar simplemente aquellas de sus potencialidades que nos convienen, intentando paliar los efectos de aquellas otras que nos son perjudiciales.