Víctor Gómez Pin
He insistido ya aquí en que la Mecánica Cuántica ha de ser liberada de su utilización como coartada para actitudes ideológicas tras las que se esconde la quizás inevitable tendencia a salvar el alma. He señalado que el hecho de que las correlaciones cuánticas no autoricen ningún tipo de trasmisión de señal supra-liminar garantiza que esta disciplina nada en absoluto tiene que ver con la mística y que su tremendo interés, más allá del directamente científico, es exclusivamente filosófico.
Mas si algunas veces la Mecánica Cuántica es instrumentalizada ideológicamente por personas que ni siquiera superficialmente se han acercado a ella, también se da el caso de verdaderos pensadores que explicitan suficientemente el encuentro efectivamente mantenido con la disciplina y el peso que ha tenido en la elaboración de sus propias reflexiones.
Obviamente entre el Heisenberg que reivindica explícitamente la necesidad de una metafísica entendida como reflexión conceptual posterior a la ciencia natural de la propia época, y el Heidegger que en el binomio ciencia-técnica ve a la vez el instrumento y la matriz de la actitud espiritual que conduce a la prioridad óntica del cálculo y lo calculable la diferencia parece
gigantesca. Y sin embargo… muchos son los indicios de que la Mecánica Cuántica no es para Heidegger (no podría serlo) una etapa más de la relación del hombre con el mundo bajo las coordenadas de objetividad, subjetividad, necesidad y universalidad inherentes a lo que el designa como olvido del ser, primacía de cuyas consecuencias para Heidegger da cuenta este tremendo párrafo de la Ejercitación:
"Y este dominio de la subjetividad se basa en la obviedad de lo ente y de su ser. En virtud de esta, todo está ya previamente en orden. Una vez que el ser ha quedado olvidado, el paroxismo y el arrebato del hombre ya pueden comenzar. Todos los caminos están abiertos para explicar todas y cada una de las cosas como propias de la humanidad" [1])
[1] Traducción de Alberto Ciria, edición citada p. 84