Víctor Gómez Pin
Lo que decía en el texto anterior sobre la filosofía como unidad focal designificación implica que poner el énfasis en el vínculo entre filosofía y ciencia puede incluso ser contrario a la exigencia filosófica, si no se precisa que la filosofía es algo más que meta- ciencia. No se trata en absoluto de decir que tras la práctica científica surgen problemas teóricos a cuya confrontación llamaríamos filosofía. Se trata precisamente de reivindicar una jerarquía contraria:
De las interrogaciones elementales surge la necesidad de análisis de fenómenos, descripción de los mismos, y eventual ordenación en conjuntos, a todo lo cual denominamos ciencia. De la ciencia pueden surgir aporías, por ejemplo relativas a la coherencia de sus diferentes ramas, que no conciernen directamente a lo que se planteaba en el origen. En este caso la meta-ciencia no es (al menos directamente) filosófica. Mas también ocurre que la reflexión meta-científica enlaza directamente con lo que desde el origen se formulaba, y entonces estamos de lleno en la filosofía.
Así prácticamente la totalidad de la producción meta-científica de Einstein, en este caso meta-física, es puro retorno a los problemas de espacio tiempo, continuidad y cosmología que ocupan a la filosofía desde siempre, y sistemáticamente al menos desde Aristóteles. Pueden darse muchos otros ejemplos de este auténtico reencuentro de la ciencia con su origen. Origen que debería determinar algo más que las consideraciones de aquellos científicos que (como en los casos de Einstein, John Bell o Erwing Schrödinger) están ya avanzados en su propia disciplina.
Si la enseñanza, desde prácticamente la escuela primaria, tuviera en cuenta el intrínseco lazo entre todas y cada una de las disciplinas del saber y las interrogaciones elementales de la Filosofía, si la savia de esta ultima siguiera vigorizando el brazo de ella surgdo que constituye una disciplina particular…entonces no se daría esa sensación, a la vez de dificultad y de indiferencia, que paraliza a tantos escolares a la hora de elegir entre materias que, en apariencia, carecen de conexión entre ellas y de lazo con lo que a la vida de los hombres da sentido.