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El Pantheón y el cadalso

Por 16 de julio de 2018 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

La mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe pues tener también el derecho a subir a la tribuna”. Conocida  sentencia de Olympe de Gouges,  guillotinada por sus críticas a  lo que considera desviación trágica  de una  Revolución  de la cual se siente parte y que (antes incluso del triunfo de la misma) había reflexionado  sobre la condición social de la mujer y la de la población colonizada (en paralelo como veremos a la realizada por el científico y filósofo Antoine de Condorcet, una de las figuras clave de la Ilustración).

Antes de seguir es necesario un par de precisiones. El papel histórico de  Olympe de Gouges es objeto de controversia. En un trabajo de investigación  presentado en la Université  de Toulouse II[1], tras recordar las groseras caricaturas de su persona  y obra, tanto  por parte de contemporáneos suyos como de  escritores del siglo XIX, la autora enfatiza el hecho de que  desde hace dos decenios ha habido  una confusión (a veces deliberada) entre historia y memoria con vistas a magnificar la figura de Olympe. Citando a le Goff  (“la historia debe aclarar la memoria y ayudar a rectificar sus errores”) la investigación se propone contribuir a que la evocación que se hace de Olympe de Gouges no quede tergiversada por empatías no suficientemente asentadas en lo que los historiadores legitiman. Pues bien:

Las reflexiones que aquí vengo haciendo no tienen pretensión historicista. Por consiguiente no entraré  en las diatribas que separan a los que estudian la  trayectoria de Olympe de Gouzes  insertándola en un estudio minucioso de la época. Se trata de tomar pie en hechos sobre los que hay razonable acuerdo, a fin de configurar la imagen de una persona cuya envergadura se mide en última instancia por la capacidad de mantenerse entera, no hacer repudio de sus convicciones  y dar muestras de elevado juicio, aun en las condiciones más penosas.

Hay un curioso documento de ese  tremendo año 1793 en el que Olympe es guillotinada que en clave de dudoso humor  reza de esta manera:

 Tisset [nombre del autor]  Informe para los desarrapados (les Sans Culotte) de la República Francesa  por parte de la muy digna potente y muy expeditiva Dama Guillotina (…) Contiene el nombre y apellido de todos aquellos a quienes [Dama Guillotina] ha otorgado pasaporte para el otro mundo, el lugar de su nacimiento, su edad y atribuciones y el día en fueron juzgados”.

Pues bien,  en el capítulo que  Tisset  dedica a Olympe de Gouges no figura  el testimonio (recogido por el estudioso de la autora Olivier Blanc) de quien fuera su verdugo, Charles –Henri Simon:

Esta mujer cometió la imprudencia de provocar el resentimiento de sus jueces. Durante los debates, les plantó cara, tachándolos de ineptos y de mala fe; les reprochó ser unos ambiciosos que sólo aspiraban a la riqueza y el poder, mientras que ella había arruinado su vida por defender los principios de la revolución”.

Olympe de Gouges  fue calumniada de la manera más vil tras su muerte, designada con desprecio como virago o mujer-hombre, que habría sacrificado los deberes de esposa y madre a la tentativa vana y perversa de constituir una sociedad de mujeres.  “Queremos que las mujeres sean respetadas, por ello las incitamos a respetarse a sí mismas[2], declara contra Olympe el procurador de Paris Pierre Gaspard Chaumette,  quien  a su vez, arrastrado por el huracán sería guillotinado sólo unos meses más tarde (13 de abril de 1794) que su vilipendiada, con la cual sin embargo también había compartido la lucha contra el trato a la personas colonizadas.

Olympe de Gouges se declaraba  no sólo hija de la filosofía de la luces, llegando en el año mismo de la Revolución a escribir un texto titulado La felicidad primitiva del hombre (Le Bonheur Primitif de l’Homme) directamente inspirado en el pensamiento de Rousseau. Y aunque se dedicó más al trabajo literario que al conceptual, cabe decir que destaca más bien por sus reflexiones filosófico- sociales que por la calidad de sus obras teatrales. En su último escrito, redactado en prisión, realiza una valiente reivindicación de la libertad de expresión, que la Revolución había ensalzado formalmente, pero que nunca realmente llegó a respetar. Una patriota perseguida (Une patriote persécutée), es el título. Perseguida, insultada incluso tras  su subida al cadalso, y extirpada durante largo tiempo de la memoria de su país. 

Hace unos años hubo una  propuesta de conducir sus restos al Pantheon, antigua iglesia erigida en la Montaña de Sainte Genéviève (barrio latino)  reconvertida por la Revolución como lugar de reposo sus héroes, pero que con las idas y venidas de la historia,  acabó acogiendo algunas de las víctimas de la misma. No se consideró finalmente que fuera digna de ser una de las excepciones femeninas a entrar en lo que de hecho es conocido como “Casa de los Grandes Hombres”, e incluso se avanzaron polémicos argumentos que en ocasiones menospreciaba su figura. En el Panthéon  sí reposa sin embargo el otro personaje que hoy quiero evocar.

Nacido cuatro años antes que Olympe de Gouges, Jean- Antoine de Condorcet  hubiera subido al cadalso apenas cuatro meses después de que lo hiciera esta última  (Olympia  es juzgada  el 2 de noviembre de 1793, días antes se había lanzado la orden de detención contra Condorcet)  de no haber tomado la delantera muriendo en prisión el 27 de marzo de 1794, no habiendo acuerdo total sobre si se trató de un suicidio.

De alguna manera cabe decir que Olympe De Gouges es una auto-didacta. Condorcet tiene por  el contrario una educación acorde con el elevadísimo papel intelectual  que llegaría a jugar en esa Francia de grandes espíritus, quienes  (tal el caso de D’Alembert)  le reconocen como inter-par tanto en el terreno de la ciencia (es uno de los primeros impulsores de la matemática probabilística) como de la filosofía.  Las razones inmediatas que llevaron a ambos ante Tribunal Revolucionario no difieren en lo esencial: caída de los Girondinos e inmediata persecución de lo que se vinculaba a ellos. Pero, por diferente que fuera su medio social de origen (confuso en un caso y brillante en el otro) su  formación y su trayectoria,  las causas que les motivan trazan un paralelismo entre ambos personajes:

 La Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, es proclamada  por Olympe de Gouges en 1790, pues bien: ese mismo año Condorcet publica su  De la admisión de las mujeres al derecho ciudadano (De l’admission des femmes au droit de cité): en el que formula la siguiente pregunta:

 ¿[Filósofos y legisladores] no han violado por igual el principio de igualdad de derechos privando tranquilamente a la mitad del género humano del derecho de contribuir a la formación de las leyes excluyendo a las mujeres de sus derechos cívicos?”.

En 1785 Olympe inicia una serie de piezas literarias y reflexiones denunciadoras de la  situación de la población colonizada y esclavizada (La esclavitud de los negros o el naufragio feliz, y más tarde  Reflexión sobre los hombres negros ) Pues  bien: en 1781, Nicolas de Condorcet  publica sus Reflexiones sobre la esclavitud de los negros; en 1789 Al cuerpo electoral sobre la esclavitud de los negros y en 1789 (año mismo de la Revolución) establece el Reglamento de la sociedad de amigos de los negros (Société d’amis des noirs) de la que llegó a ser presidente.

Durante un tiempo  se pensó que Olympe de Gouges no llegó nunca a formar parte de esta sociedad. Esto ha sido hoy desmentido por estudiosos  de ese período[3]. Pero sin duda  en la constitución de sus cargos relevantes, tal sociedad era, como tantas otras, prioritariamente  masculina. Pues, como el mismo Condorcet denunciaba en el texto arriba citado, incluso  legisladores (¡y hasta filósofos!) convencidos de que la diferencia de color es variable indiferente por lo que se refiere a la capacidad de los seres de razón…parecían de hecho estimar que tal tesis era sin duda mejor defendida por hombres.  

Pero  hay otra ausencia de paralelismo entre  estas dos personas tan unidas por la nobleza de sus causas:

Olympe subió al cadalso, pero no alcanzó nunca el  Pantheón,  Condorcet evitó el cadalso (al duro precio de una muerte sombría) pero en 1989, con ocasión del bicentenario de la Revolución Francesa,  en la Maison des Grands Hommes un honor en ausencia es rendido a sus cenizas. ¿Por qué en ausencia? No había tales cenizas. Los restos de Condorcet compartieron con los Olympe  el  destino de ser depositados en una fosa común y en la exhumación de la misma nada permitió identificar al pensador. La cuestión de si en ausencia o en presencia (¡de cenizas!) ni siquiera llegó a plantearse para quien había proclamado: “La mujer tiene derecho a subir al cadalso, debe pues tener derecho a subir a la tribuna

 

 


[1] Eva Cot Olympe de Gouges entre Histoire et Mémoire. Sous la direction de Madame Christine Dousset-Seiden . Disponible online dante.univ-tlse2.fr/3425/1/Cot_Eva_M22017.pdf

 

[2] « Et vous voudriez les imiter ? Non, vous ne sentirez que vous serez dignes d’estime que lorsque vous serez ce que la Nature a voulu que vous fussiez. Nous voulons que les femmes se respectent, c’est pourquoi nous les forcerons à se respecter elles-mêmes. » Citado por Olivier Blanc, « Olympe de Gouges, Celle qui voulut politiquer» Le Monde Diplomatique Novembre 2008.

[3] Olivier Blanc cita al respecto la siguiente declaración del fundador de la institución, Bissot, Girondino de filiación :"J’ai cité quelques-unes des femmes qui faisaient partie de la Société des Amis des Noirs. Je ne dois pas oublier, parlant d’elles, Olympe de Gouges, encore plus célèbre par son patriotisme et son amour de la liberté que par sa beauté et plusieurs ouvrages écrits parfois avec élégance, toujours avec une noble énergie ».

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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