Víctor Gómez Pin
Se trata realmente del tema de siempre, se trata del sentimiento de impotencia del espíritu frente al cuerpo. Pero con la particularidad de que no vivimos el espíritu como paralelo al cuerpo, sino surgido del cuerpo mismo (en lo que supone una conmoción evolutiva, una auténtica dialectización de la naturaleza), por lo cual la derrota del espíritu es simplemente una derrota del todo del ser humano, derrota de la unidad polar que el ser humano constituye.
Y, sin embargo, también esta perspectiva sombría es pensada, es recogida en palabras, incluso la sentencia final ha de ser dicha, y ello muestra, al menos que la tensión no es vana, que incluso el mal absoluto (el hecho de que el hombre tenga comunidad de destino, por así decirlo termodinámico, con minerales, arqueos, o bacterias) depende de su polo dialéctico. Sin el lenguaje, en el que la naturaleza parece superar su propia ley, esta última sería literalmente insignificante: tal es quizás el único pensamiento aun portador de moral, el único pensamiento no nihilista.