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Derrota

Por 10 de enero de 2012 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

En una crónica de Silvia Blanco desde Budapest , el  diario El País se hacía el pasado 31 de diciembre eco  de los desmanes protagonizados contra la población de etnia gitana  por  la formación Jobbik, que desde la extrema derecha hace la competencia al actual partido en el poder, el populista y también derechoso Fidesz. Al parecer una de las razones del ascenso de Jobbik sería haber logrado que una parte de la población haya interiorizado la idea de que hay que distinguir entre los húngaros y los gitanos. 

No cabe en recurrir a un expediente análogo al de ciertos septentrionales italianos  consistente en decir que  "italianos son ellos", reservándose para sí mismos el vaporoso término de padanos. También ese mismo día, El país daba cuenta de  un meeting de la Lega Norte en el que su jefe de filas Umberto Bossi provoca las carcajadas de la concurrencia refiriéndose  al presidente de la República Italiana Giorgio Napolitano con la expresión "no sabía que era un terrone".

El término tiene en la expresión coloquial una enorme carga peyorativa y se fraguó en la Italia septentrional  en los años sesenta para referirse a los meridionales que buscaban una oportunidad en el norte industrial y cuya tragedia describió  con tanta acuidad el  milanés y miembro del partido comunista Lichino Visconti en la conmovedora Rocco y sus hermanos.  El señor Bossi cree a los suyos mayormente adaptables a una  sociedad en la que valor equivale a propiedad, decoro equivale a impresión de buen balance y virtud a una ascesis en pos de la primera, mas la imprescindible astucia para producir efectivamente la segunda, y saca de ello las consecuencias.  La crónica de Lucia Maggi sobre la atmósfera de esta reunión de la Lega en Albino, pondría los pelos de punta si desgraciadamente el cúmulo de clichés relativos a las poblaciones meridionales de Italia, a los extranjeros residentes en la península y sobre todo a la población musulmana no fueran moneda corriente y no estuvieran de alguna manera trivializados. 

Hace un tiempo me refería aquí a una de mis alumnas de la universidad de Dijon  hija de republicanos españoles exilados, quien   estupefacta y herida me mostraba desoladores versos  de un poeta vasco, que acababa de encontrar en la biblioteca de la facultad de letras, en los años de la transición española.  El autor  creía  mostrar su compromiso con la causa de un pueblo vasco entonces no sólo ofendido en la exigencia de libertad  sino también   mutilado por la dictadura en el ejercicio de la lengua de la que recibe nombre. Pero lo hacía  (por cierto, no en ese Euskera que da sentido al término Eusko que reivindicaba)  jerarquizando  a sus habitantes frente a los españoles  en  un paradigma  del cúmulo de prejuicios y construcciones imaginarias de la realidad que  configuran en cada uno de nosotros el ego que confundimos con la personalidad:

"Los vascos combatimos. Los vascos golpeamos/ levantando la vida/ Los vascos somos serios. Serio es nuestro trabajo/ Seria es nuestra alegría. / Los vascos somos hombres de verdad, no chorlitos/que hacen sus monerías.   "Nosotros levantados contra los invasores/Godos, árabes, romanos que escupimos afuera, / Y contra esos mestizos de moros/ Y latinos llamados españoles" 1

La desolación de mi alumna se debía a que no se trataba de escritos de algún poetilla paupérrimo sino de alguien que por aquella época ya los  había repudiado, sustituyéndolos precisamente  por algunos de los que mayormente iban contribuyendo a hacer de la poesía (precisamente por ser exclusivamente poesía) el instrumento más eficaz en el combate por la restauración de  la dignidad humana. 

Pero en el tiempo en el que escribía esas líneas insoportables  el futuro poeta no era  sino   portavoz del sentimiento reinante en la burguesía vasca de la época, tan comprometida con el franquismo como despectiva con los hijos considerados  primitivos e indigentes de la España agraria,  que ese mismo franquismo forzaba a emigrar hacia el norte fabril, y cuya fuerza de trabajo era explotada por esa misma burguesía . Personas doblemente víctimas, pues  el régimen los utilizaba en Cataluña y Pais Vasco  para minar la lengua y cultura autóctonas y tal hecho servía de pretexto para justificar el repudio por parte de los autóctonos.

El asunto no era ciertamente exclusivo del País Vasco, y en la Cataluña de mi adolescencia se percibía con acuidad. Dado el espejismo de que el mayor desarrollo fabril  otorgaba pedigree  europeo,  y ante la evidencia de que el franquismo apartaba de Europa,   la única forma de no considerarse  a sí mismo como parte de ese régimen que  se había apropiado el nombre de España era repudiar toda identidad con esos españoles para los que se fraguaban epitetos como "coreanos" o  "xarnegos". 

Y sin embargo esta actitud  despectiva para comunidades enteras no estaba entonces generalizada.  En España precisamente se resistían a caer en ella las clases sociales que en las zonas fabriles se oponían efectivamente  al franquismo,  y  en Europa eran repudiadas por las organizaciones  obreras que luchaban por la mejora de sus condiciones de vida, la reducción del tiempo de trabajo en primer lugar. No eran adoptadas por el común de la población porque la relación de fuerzas imperante en el mundo, y concretamente en Europa,   no posibilitaba que lo fueran.

Eran tiempos en los que el poeta catalán Joan Oliver, conocido como Pere Quart, incluía en un canto resistente a su tierra y a su lengua (entonces efectivamente amenazada) las siguientes líneas:

 […]Por ser catalanes y sentirnos tales/amamos y buscamos en el libre abrazo/el espíritu y el ejemplo/ de otros pueblos de razas y lenguas diversas/y el trato con todos y el contacto/en provecho de la tarea común y urgente/ de mudar el mundo y los hombres /en la paz solidaria/ y en lalengua fecunda  

[…]Perque som i ens sentim catalans/ estimem i cerquen en la lliure abraçada/l’esperit i l’exemple/d’altres pobles de races i llengües diverses/i el tracte de tots, i el contacte/ a profit de l’empresa comuna i urgent/de mudar el mon i els homes en la pau solidaria/ i en l’entesa fecunda.

Eran los mismos tiempos en que López Raimundo dirigente del PSUC, luchaba -¡con éxito!- para impedir que la causa de la dignidad lingúística y cultural de Cataluña pareciera contrapuesta a la causa universal de la dignidad de los trabajadores víctimas de esa circunstancia económica y social a la que también se refiere Pere Quart en otro momento de su poema. 2

Eran tiempos en los que (es un buen ejemplo) cualesquiera que fueran las motivaciones subjetivas todo miembro de la llamada izquierda abertzale se sentía obligado a referirse a la causa de Euskal- Herría aludiendo a la liberación social y enfatizando el hecho de que ambas luchas eran indisociables. Obviamente había en ello mucho de retórica pero que fuera imposible entonces  prescindir de la misma nos da idea de la enorme regresión que ha tenido lugar desde entonces:

Hace unos días, una conocida cronista barcelonesa (líder hace años de un partido soberanista) criticaba la proliferación por navidad del hilo musical "que martillea los oídos con un ruido infame que algunos san denominar música, u oímos los clásicos villancicos castellanos". ¿Se trata de una persona alérgica a la ternura navideña? En absoluto, simplemente  proclama su nostalgia de una época donde los villancicos  eran expresión genuina de Cataluña, precisando que la "sustitución lingüística" en esta materia de la lengua catalana por la castellana "no se produce sólo en la pérfida ciudad de Barcelona que ya se sabe que está muy contaminada" (sic).

Días después un exitoso escritor y cronista  del  mismo diario barcelonés, interrogándose con escepticismo sobre la posibilidad de que a Cataluña se le deje la posibilidad de auto-determinarse, formula  la pregunta en estos términos: "¿Alguien piensa que España-da igual el gobierno que tenga-renunciará a seguir ordeñando la teta catalana que tantos beneficios le da?" Es  importante la precisión de lo indiferente que para el caso es el gobierno que tengo España, intrínsecamente parasitaria como consecuencia del bien sabido carácter ocioso de sus habitantes, los del sur sobre todo, como se encargó de recordar en plena campaña electoral  Durán Lleida invitando a los catalanes a  "votar con la cabeza, el corazón y…la cartera" (resic), lucidez que  llevaría a los inmigrantes andaluces  en Catalunya  a repudiar a sus parientes que permanecieron en el  mundo agrario, anatematizados por el señor Durán Lleida en razón de  cobrar subsidios para pasar el día en la taberna.  El político catalán podría perfectamente (¡hoy!) hacer suyos estas otras líneas del poeta vasco al que antes me refería:

 ¡Que en el Sur los tartesos/ se tumben panza arriba/creyéndose de vuelta de todo, acariciando /una melancolía!/ Nosotros somos otros, nosotros poseemos/ ferozmente la vida/ Nuestros cantos terrenos son cantos de trabajo, /victoria y alegría/ Cantándome a mi mismo, canto a mi viejo pueblo/ y el rayo me ilumina"

Las evocaciones y citas serían incontables. Simplemente se ha abierto la veda. Lejos quedan los tiempos en los que la concepción que se tenía de Cataluña y de la actitud ante los que en ella buscan trabajo era la reflejada en los citados versos de Joan Oliver.

Hemos perdido la batalla, y no es difícil barruntar las causas. En ausencia de un objetivo de emancipación que a todos concierne, la culpa de la miseria en acto ha de ser necesariamente imputable al otro. Cuando no se habla de los escandalosos desequilibrios de clase (sí, de clase) en el seno de una sociedad se enfatiza el peso de los desequilibrios entre balanzas fiscales. La cantinela es monótona y universal: "padanos" contra meridionales, Flamencos contra Wallones, Europa sobria trabajadora contra sur despilfarrador y  holgazán. Los PIGS se multiplican en el seno de  cada país y hasta de cada región. Todo el mundo tiene su sur, reencarnación de esos tartesos que "se tumban panza arriba". La reacción es en ocasiones brutal. La simple percepción del acento catalán molesta en algún lugar de esa España que retóricamente se ha denominado plural. En la Francia víctima de los desequilibrios que impone la delirante tiranía del capital especulativo, vuelven a oírse  peyorativas expresiones genéricas contra los alemanes, y pronto se restaurará quizás la expresión espingouins  con la que se denominaba despectivamente a los españoles que emigraban  en masa al país vecino en los años sesenta.  La idea de fraternidad en la asunción de la condición esencialmente trágica de todos los humanos  se hace  figura del pasado a la par que inevitablemente  los gestores del resentimiento proliferan.  Simplemente… ¡qué derrota  y que tristeza!   

____________________________

1 Las líneas ofensivas hasta la provocación sobreabundaban   "Chabacano Madrid, gusanera española /Yo eusko-íbero te escupo…/En  nombre de la vida, libre, abierta activa,/ La vida del íbero, la vida de los vascos,/ La vida de verdad […]Una es la verdad de Iberia; vario el Carnaval de España/Los disfraces, los pingajos, la Dignidad con piojos…" Una pregunta que nunca obtuvo respuesta es la razón por la que la fuerza indiscutiblemente  de izquierdas en la que solo unos años después el escritor se integró decidió ocultar tales textos en lugar de exigirle explicaciones. 

2   Un poble que acull, fraternal/centenar de milers d’homenets/de les pàtries veïnes/fugitius a tot risque d’unes terres eixorques/que els Altissims/abandonen a llur doble destí/d’enormes ermots i vedats senyorials.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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