Víctor Gómez Pin
El uso distorsionado, por ideológico, de la teoría cuántica al que me refería en la columna anterior no debe hacer olvidar que la Mecánica Cuántica es una de las disciplinas científicas que mayormente ha contribuido tanto a determinar el entorno natural (a través de una técnica que supone una revolución en el concepto mismo -heredado de los griegos- de techné ) como a hacer inteligibles los mecanismos por los que se rigen las estructuras elementales del mismo. La Mecánica Cuántica puede (como tantas otras cosas interesantísimas, el arte en primer lugar) jugar el papel de comodín para espíritus perezosamente adictos a la esperanza, pero asimismo puede incentivar la inclinación a retomar la interrogaciones mayores del espíritu humano, aquellas que se fraguan en la transición de la in-fancia a la humanidad cabal, que los griegos archivaron y exploraron y que hoy constituyen el contenido legítimo de lo que damos en llamar Filosofía.
De ahí que el caso paradigmático de hermenéutica de nuestro tiempo sea el de las llamadas interpretaciones de la Mecánica Cuántica. Algunas de ellas se deben a los creadores mayores de la disciplina. Sin embargo ninguna es fundamental a la hora de efectuar experimentos o avanzar protocolos que permiten innovaciones tecnológicas. Por decirlo con toda nitidez: la diferencia entre una u otra interpretación es irrelevante desde el punto de vista del progreso de la física. ¿Quiere ello decir que es irrelevante simplemente? Todo depende de si se considera que el hombre tiene como destino el control de la naturaleza o si lo suyo es más bien la interpretación de la misma la cual se revela indisociable de una interpretación de su propio ser.