Skip to main content
Blogs de autor

Dar voz al pensamiento

Por 12 de febrero de 2018 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

"Tras la muerte de los seres, tras la destrucción de las cosas, tan sólo, más frágiles, pero también más vivaces, más inmateriales, más persistentes, más fieles, el olor y el sabor permanecen aun largo tiempo, al igual que las almas, haciéndose presentes, expectantes, prometedores, cuando todo el resto es ya ruina, soportando sin desmayo, en su gotear casi imperceptible, el inmenso edificio del recuerdo" (Marcel Proust (1))
El viejo Palais Garnier, teatro de la ópera de Paris, arrancó este año 2018 con "Only the Sound Remains", opera en dos actos de la compositora finlandesa Kaija Saariaho con libreto extraído de Ezra Pound y del orientalista americano de origen español Ernest Fenollosa (2). A través de una doble alegoría (caído en combate el héroe no se lamenta de la ausencia de vida, sino de la privación del sonido del laúd; una danza es el recuerdo más preciado que atormenta a quien le fue ofrecida), la obra nos invita a una meditación sobre la cualidad de aquello cuya reminiscencia genera una emoción que parece carente de sutura. Se trata de algo que, lejos de compartir la ruina en la que todas las cosas se abisman, trasciende la contingencia, perdura expectante tras el velo de nuestras distracciones, retornando de improvisto, a fin de erigir ese "inmenso edificio del recuerdo"; función cimentadora que en el texto citado Marcel Proust atribuye a un sabor o un aroma pero, en otros lugares, también a la frase o gesto musicales que Kaija Saarahio reivindica en su enigmático título "Only the Sound remains".
 
Mas la casa del recuerdo la cimientan sobre todo los seres por los cuales las percepciones mismas trascienden su insignificancia. El retornar de los sonidos es eco, y en ocasiones presagio, del retornar de las almas; retorno que sólo acontece no ya en otra alma, sino en el alma que se esfuerza en reivindicar a las demás, en hacerlas de alguna manera revivir. En dos obras anteriores Kaija Saariaho había dado voz y con ello nueva vida a dos almas rebeldes, dos pensadoras, de muy distinta época disposición y carácter.
 
En 2005-2006 compuso un oratorio (estrenado en noviembre 2006 en el Jugendstiltheater de Viena con la dirección teatral de Peter Sellars) bajo el título de La Passion de Simone, centrado en la figura de la filósofa francesa Simone Weil, fallecida en 1943 con treinta y cuatro años, en su exilio del Reino Unido tras haber dado fin a su libro El arraigo escrito en situación de extrema debilidad, y escindida entre un desapego a la vida y la finalidad a convicciones contrarias al suicidio.
Reivindicar el arraigo en un momento en el que Europa se hallaba en un conflicto que sólo podía ser resuelto en lucha conjunta y las fuerzas que mayormente resistían al fascismo eran defensoras del internacionalismo proletario, exigía no sólo capacidad de ir a contra-corriente sino también un cierto valor. Y sin embargo, tanto en los años treinta del pasado siglo como ahora, hay razones para considerar que una situación de arraigo es quizás el síntoma mayor de que se ha resuelto sanamente el tremendo problema de la alteridad. Pues la influencia del otro en el marco propio sólo es saludable si supone un reforzamiento, si es un estímulo en la siempre dura asunción del propio ser. En cualquier caso tanto como a una defensa de las virtudes del arraigo Simone Weil procede a poner de relieve las terribles consecuencias del desarraigo, que ejemplifica en este tremendo comentario a un pasaje de Mein Kampf: "No es justo acusar a este adolescente abandonado, vagabundo miserable, de alma hambrienta sino a aquellos que lo han alimentado en la mentira, esos a quienes en realidad nos parecemos".
L’enracinement es publicado en 1949 en Gallimard por iniciativa de Albert Camus, quien se refiere a la obra en estos términos: "libro austero, de una audacia en ocasiones terrible e implacable y a la vez extremadamente mesurado". La propia Kaija Saariaho indicaba que había intentado en su obra dar expresión musical y dramática a la síntesis de severo ascetismo y de pasión por la verdad, tanto en su expresión matemática como propiamente filosófica, que había caracterizado a Weil, obsesionada por la contraposición entre la inercia y la costumbre (la gravedad) por un lado, y la resistencia del espíritu (la Gracia) que de algún modo redime (3). A juicio de Saariaho, el oratorio (sin vestuario ni decorados, aunque esta vez con una forma de puesta en escena) era el género musical que convenía al propósito de la obra perfectamente reflejado en el título. Humano padecimiento de Simone Weil, que compositora y libretista ven cargado de potencialidad redentora. Apunte significativa al respecto: Kaija Saariaho dedica esta tremenda meditación a sus dos hijos.
Pero sólo dos años después, en una ópera estrenada en Lyon en 2010, la compositora nos ofrece una imagen a la vez dolorida y exaltada de la pensadora del siglo XVIII Emilie du Châtelet (de la cual ya me he ocupado aquí en cierta ocasión). Contrapunto de Weil por su trayectoria afectiva y su vocación mundana, comparte sin embargo con ella el aspecto emocional de la apuesta cognoscitiva:
Traductora y comentadora de Newton, estudiosa de Leibniz y Christian Wolff, detractora de la tesis físicas de Descartes, pero también estudiosa de música y de lenguas: tocaba el clavecín, cantaba arias de ópera con técnica y era capaz de expresarse ante sus cultos interlocutores en Latín, Griego y Alemán. Emilie du Châtelet tenía claro que, además de confrontarse al saber, el humano se confronta necesariamente al deseo y, como mujer, se alzaba contra las convenciones sociales, reivindicando que la fuerza del envite es idéntica en ambos polos: "Os he amado con rabia. Nunca he sabido amar de otro modo", exclama en un acto la obra de Saariaho. Seductora (se exhibía en la corte con muy escogidos vestidos y calzados, adornándose con espléndidas joyas) fue compañera de Voltaire, amante del Duque de Richelieu (sobrino del cardenal) y del poeta Jean François Saint Lambert, de quien en 1749, a la edad de 43 años quedó embarazada de una niña que nace el 4 de septiembre, falleciendo Emilie como consecuencia del parto el 10 de ese mismo mes (la pequeña también fallecería poco después). Movida por un presentimiento sobre el posible fatal desenlace, hasta unos días antes del contradictorio "alumbramiento" condensó sus fuerzas a fin de terminar su versión de la Philosophia Naturalis Principia Mathematica de Newton.
Simone Weil y Emilie du Châtelet: en un caso el vínculo entre la abstracción y el compromiso con quienes encarnan el padecer específico de los seres de razón; en otro caso, el vínculo entre la exigencia de pensar con radicalidad y la exigencia de confrontación erótica y afectiva. Ambas se sentirían afortunadas al verse reivindicadas en la trama dramática y musical de Kaija Saariaho, muestra contemporánea de esa inteligencia cargada de afecto que ellas en todo momento priorizaron, al percibir que ahí reside la especificidad del ser humano.
Muchos son los escritores, científicos, o filósofos que han visto en la capacidad de llevar a cabo su obra el criterio de su propia redención. No sólo la figura del pensador es frágil en su materialidad sino que la realización de la obra es en gran parte una contingencia. ¿Qué obstáculos no han de ser vencidos para que una narración como la Recherche proustiana se lleve realmente a cabo? Y en otro horizonte, ¿cómo controlar la multiplicidad de variables aleatorias que tienen que confluir para que una hipótesis como la del campo y bosón de Higgs llegue a verificarse? (en la ceremonia del Nobel debía resultar dolorosa la ausencia del gran físico Robert Brout quien, tras compartir durante decenios el trabajo con su amigo François Englert, había fallecido un año antes del gran logro del CERN). ¿Cómo podemos atribuir una suerte de potencialidad relativizadora de nuestra finitud a algo tan sometido a contingencia como son la simbolización y el conocimiento, cuyos frutos, aun en los casos afortunados, tantas veces se muestran efímeros (muchos creadores han manifestado su convicción de que la obra sólo dura un tiempo)?
Por el sentimiento mismo de tanta fragilidad, aquel que se enfrenta a la dureza del pensar desea sin duda perdurar en la memoria de quien le sucede, pero desea sobre todo que su empeño se prosiga, desea ser evocado por quien tomó el relevo en su causa y alcanzó nuevas metas; ser evocado por quien, en razón de su propio esfuerzo se erige en inter-par suyo. Precisamente porque está a la altura de las dos pensadoras en las que focaliza su sensibilidad y su talento, Kaija Saariaho nos hace percibir que la invocación es vana si quien evoca al creador no intenta- lo consiga o no- seguir su senda, nutrirse de la obra recibida para seguir alimentando el espíritu. Y ello ya se trate obra filosófica, científica, artística o literaria:
"Yo digo que la ley cruel del arte es que los seres mueran y que muramos nosotros asimismo, apurando todo sufrimiento, a fin de que crezca la hierba no del olvido sino de la vida eterna, la hierba vigorosa de las obras fecundas, sobre la cual las generaciones, indiferentes a los que bajo la hierba reposan, vendrán a realizar su merienda campestre"(4).
 
_________________________________________________
 
 
 (1) À la Recherche du temps perdu, Pléiade, Paris I, P. 46

(2)La dirección musical fue de Martínez Izquierdo y la dirección escénica del gran Peter Sellars, colaborador en varias ocasiones de la compositora.

(3) La Pesanteur et la Grâce Paris Plon 1947.

(4) Marcel Proust, À la Recherche du temps perdu, Pléiade, Paris IV, 615.

 
 
 

 

 

profile avatar

Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

Obras asociadas
Close Menu