
Víctor Gómez Pin
Convencido de que el Dinero, el Poder, y el Amor sustentado en los anteriores tienen como víctimas a los mismos que han depositado en ellos su esperanza y que por un tiempo se han sentido favorecidos, Agustín García Calvo, ante la "tribu" que arrastrábamos noches de tedio en el café parisino "La Boule d’Or", solía sintetizar la trilogía de la caída de los encumbrados, en una frase que hacía preceder de un largo suspiro: "Amante abandonado, político fracasado…banquero arruinado".
En ocasiones una misma persona sintetiza los tres papeles y tal podría ser el caso de aquel miserable Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, feroz militarista, enriquecido con sangre no sólo del "enemigo" iraquí sino de sus propios compatriotas… finalmente empantanado en un lío de faldas, obligado a dimitir, y hoy olvidado, excepto para sus víctimas.
Afectados o no en sus funciones de amantes y de eventuales políticos, muchos son hoy los banqueros sobre los que se proyecta una sombra que les hiela el alma. ¡Ay¡ los pobres del bombín, su caída es la prueba de que eran en realidad "siervos ruines y perezosos", y habrá poca piedad para ellos. Arrojados a las tinieblas exteriores, recordarán con mayor o menor resignación que "al que tiene le será dado y al que no tiene le será arrancado". Y añadirán quizás la conjetura de que si les fue arrancado es porque nunca tuvieron, aunque un tiempo pareciera lo contrario.