Víctor Gómez Pin
Como casi todas las ciudades consideradas patrimonios culturales o artísticos, Praga está marcada por la fetichización de sus lugares y personajes emblemáticos, que a veces sirven de coartada cultural al ocioso consumo del llamado turismo de masas. Obviamente el significante Kafka no podía escapar a la regla, y así los millares de personas que hacen literalmente intransitable el llamado Puente Carlos ven en una casa de la orilla un aparatoso anuncio indicativo de que se trata de un museo dedicado a la evocación del escritor. Sin embargo, incluso en época vacacional, el lugar (que realmente posibilita una reconstrucción subjetiva de la atmósfera en la que transcurrió la vida del escritor) puede ser visitado sin agobio y, a ciertas horas, es posible que el visitante recorra las salas en solitario. En una de las mesas-vitrina, concretamente la señalada con el número 6, se exponen objetos y documentos dispares, cuya unidad de significación viene señalada en el texto informativo que reproduzco:
"El círculo de los filósofos. En casa de los Fanta
En Praga, Berta Fanta es una suerte de Madame de Staël. La fachada de su casa tiene gravado en bajorelieve el emblema del unicornio. En ella acoge a intelectuales en veladas en las que se leen obras de Hegel, Fichte y Kant. Se escuchan asimismo conferencias sobre los grandes temas de la época, el psicoanális, la teoría de la relatividad, los números transfinitos o la teoría de los quanta. Además de Kafka se encuentran allí con frecuencia…el matemático Gerhard Kowalewski, el filósofo Christian von Ehrenfels, el físico Philipp Francis y Albert Einstein, que en esta época era profesor en la universidad de Praga"
Y entre los objetos expuestos una edición de la Fenomenología del Espíritu de Hegel y otra de la Crítica de la Razón Pura, además de fotografías del entonces joven Einstein, Rudolf Steiner y otros de los contertulios. Volveré sobre esta afortunada intersección.