Víctor Gómez Pin
En estas reflexiones metafísicas me he ocupado de los principios ontológicos fundamentales, realismo, causalidad, contigüidad, individuación… En las columnas siguientes voy a hurgar un tanto en asuntos vinculados al último de ellos, lo que servirá de peldaño para poner de relieve la potencia de una tesis defendida por Hegel, aunque no sólo por él, a saber, la inevitabilidad de la contradicción cuando se aspira meramente a reivindicar la diferencia. Lo hago de alguna manera con cierta intencionalidad política, convencido como estoy de que efectivamente la única posibilidad de no abismarse pasa por no intentar sortear el abismo, sino al contrario "mirarlo, medirlo sondearlo y descender a él".
El hecho de que Hegel sea por muchos considerado "el perro muerto de la filosofía" no es en absoluto óbice para que tomemos muy en serio algunas de sus consideraciones relativas a lo catastrófico de cierta actitud pusilánime que pretende esencialmente cocinar con guantes blancos, es decir, pensar que la diferencia cabe sin oposición frente a aquello de que se difiere, que la igualdad entre los diferentes puede ser un punto de partida y no una conquista y en suma que el peaje de la contradicción es evitable cuando se piensa en las condiciones de posibilidad de una pluralidad ordenada, es decir, las condiciones de posibilidad de un mundo. Escribe el pensador: "La ternura común por las cosas, que se preocupa solamente de que éstas no se contradigan, olvida aquí, como siempre, que de esta forma la contradicción no se halla superada, sino únicamente transferida a otro lado, es decir al pensamiento subjetivo". Tan subjetivo como ciego cabría decir. Pues como el Cristo que acompaña en el camino a los discípulos de Emaús la contradicción se hace tanto más presente cuanto menos se la reconoce, cuanto menos, en consecuencia, se la sondea y asume: "Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús y conversaban sobre lo acontecido [la desaparición del cuerpo en el sepulcro] . Y sucedió que mientras conversaban y discutían el mismo Jesús se sumó a ellos en el camino; pero sus ojos se hallaban imposibilitados para reconocerle"