Víctor Gómez Pin
He venido sugiriendo que el principio de localidad constituye quizás la viga maestra en la arquitectura de los principios ontológicos reiterando que en los trabajos de Einstein relativos al asunto, la localidad es hasta tal extremo relevante que incluso la reivindicación del realismo puede interpretarse como mero corolario de la asunción de que el mundo se rige por el principio de localidad.
Por ello indicaba hace unas semanas que es inevitable seguir dando vueltas en torno a la localidad, a la vez en una dimensión digamos metafísica y una dimensión técnica (véase la "nota" al final de esta columna), la segunda sirviendo de pilar a la primera. El problema es que no cabe aspirar a casi nada más que a establecer el estado de la cuestión confrontando los diferentes posicionamientos tras decenios de contrastes y diatribas, y renunciando casi a la esperanza de alcanzar una perspectiva novedosa, es decir, una inteligibilidad del fenómeno. Y ello no tanto por razones digamos de incapacidad subjetiva, como de dificultad intrínseca, pues intelección supone remisión de lo que se presenta a principios básicos, los cuales (como bien señalaba Aristóteles) no pueden ser ellos mismos inteligibles. Ahora bien, si efectivamente la localidad es uno de esos fundamentos no es obvio que podamos tener intelección de fenómenos que la violan, tal la correlación de fotones polarizados en el experimento de Aspect. Parecería incluso oportuno atenerse a las constataciones de los físicos, dejarlos tranquilos en sus trabajos de descripción, previsión y aplicación técnica y no importunarlos con exigencias de inteligibilidad que deberían ser canalizadas hacia terrenos más favorables.
Esta renuncia es sin embargo descorazonadora en razón misma de la enorme importancia de la cosa. Pues ¿cómo pueden la filosofía, y aun la ciencia misma, renunciar a hacer propio cualquier reto que proceda de la naturaleza literalmente elemental, la naturaleza que, como seres vivos, es decir, sistemas abiertos sometidos al segundo principio de la termodinámica, nos determina en primera instancia ?
Nota técnica sobre el principio de localidad. Recuérdese una vez más la definición arriba dada de separación: dos acontecimientos espacio temporales A, B se hallan espacialmente separados si el intervalo temporal que va de la aparición de A a la aparición de B no es suficiente para que la luz cubra la distancia entre ambos ( mientras que si el intervalo que va de la aparición de A a la aparición de B permite que una partícula que se mueve a velocidad inferior a la de la luz cubra la distancia espacial que les separa, diremos que los acontecimientos A y B se hallan temporalmente separados).
Considerando el marco de acontecimientos separados espacialmente, cabe presentar la localidad en términos de causalidad ("local causality", según la expresión de Bell ) de la siguiente manera:
Si dos regiones R1, R2 están espacialmente separadas, entonces ningún evento A que tiene lugar en la primera puede tener directa influencia sobre un evento B que tiene lugar en la segunda, y viceversa. Ello implica que si entre ambos eventos se constata alguna correlación, ésta debe ser atribuida a una causa común con origen en una región que constituye la intersección de sus conos de luz incidentes, es decir, una región espacio- temporal R3 desde la cual los intervalos temporales son suficientes para que una partícula a velocidad inferior o igual a la de la luz pueda cubrir el espacio que separa tanto de la región R1 como de la región R2.