Víctor Gómez Pin
El problema del vacío se plantea no sólo al narrador sino también al filósofo. La recurrida metáfora de la página en blanco no remite a una ausencia de contenido, sino a la cuestión de la nota diferencial que, sin añadir dato alguno, trasmuta este contenido.[1] ¿Por qué el Aristóteles que se interroga sobre la diferencia que hace la singularidad humana en el seno de la animalidad, manejando al respeto todos los datos que podía almacenar el conocimiento de su época no es sin embargo simplemente el primer biólogo sino el primer (y quizás principal ) pensador de la vida y aun de la vida hecha palabra? Por qué el Aristóteles que como todos los astrónomos de la historia hace conjeturas (afortunadas o no) sobre esferas que podrían eventualmente explicar los fenómenos astrales, constatados una y otra vez, es algo más que un astrónomo?
Por qué el Aristóteles que intenta (de nuevo con mayor o menor fortuna) utilizar las propiedades intrínsecas de los entonces considerados elementos a fin de explicar el comportamiento de la physis, es algo más que un
físico? ¿Por qué en suma es Aristóteles El Filósofo?
Hay al menos dos embriones de respuesta, sintetizadas en las siempre con toda justicia reiteradas frases del mismo Aristóteles:
"Hay una disciplina (estin episteme) que contempla (tis e theorein) lo que en cuanto meramente es (to on e on), y lo que por este hecho de meramente ser le pertenece (kai ta touto hyperchonta kath’ auto)" (Metafísica 103a 20-22).
La segunda no la entrecomillo porque más que una traducción es un esbozo de glosa:
En razón de su naturaleza (physei), todos los humanos (pantes anthropoi) son movidos por el deseo (oregontai) de dar forma (tou eidenai). (En el orden griego: pantes anthropoi tou eidenai oregontai physei).
La primera sentencia remite (no digo en absoluto que exclusivamente) a un tema ya largamente debatido aquí, a saber: la cuestión de aquello sin lo cual referirse a una entidad carece de sentido. Aquello que por el hecho mismo de que algo es (kai ta touto) no puede dejar de serle atribuido constituye sin duda un atributo de radical peso, un atributo del que no cabe prescindir salvo renuncia al ser. Pues bien, lo que hace de esta reflexión con soporte en la física un esbozo de metafísica es el interés que mantiene por esta cuestión de los atributos que están ahí como condición de que haya ser.
La segunda frase nos dice que todo ser humano se halla en la carencia si no efectúa la operación de eidenai, si su mente no se está enriqueciendo con conceptos y vínculos de conceptos que arrancan el entorno a su inmediata naturalidad y lo convierten en parcela de orden o mundo. Esta carencia puede o no ser conscientemente experimentada pero no deja de ser tal. Pues en ausencia de tal praxis, en ausencia de eidenai, el hombre carece simplemente de lo que hace su singularidad en el mundo animal, es decir, carece de su humanidad.
Y hay quizás un vínculo entre ambas frases sobre el cual habrá que reflexionar, es decir, intentar aclarar para uno mismo
[1] Muchos de los grandes de la narrativa no sólo se han sustentado en hechos conocidos, sino que han sido escrupulosos investigadores de los mismos. Esta erudición podría hacer de ellos excelentes informadores,
pero obviamente el resultado de su trabajo no es un "rapport", aunque eventualmente pudiera también servir como tal. De hecho la cosa no cambia cuando los contenidos representativos son ficticios. Aun en los casos de la narración más realista para el escritor una vez establecida la coherencia de la trama el trabajo no ha hecho más que empezar.