Vicente Molina Foix
Compañero de viaje político de otros reconocidos escritores de la Resistencia como Calvino, Primo Levi o Fenoglio, Luigi Meneghello (1922-2007) tuvo menos presencia literaria fuera y dentro de su país por una decidida condición ‘extraterritorial’ que le llevó a instalarse poco después de la segunda guerra mundial en Inglaterra, donde enseñaría a lo largo de cincuenta años en la universidad de Reading. Más de un año después de su aparición me gustaría volver a recomendar y recordar ‘Los pequeños maestros’ (Barataria, 2008, en traducción de Elena de Grau). Se trata de la primera novela de Meneghello que aparece en España, y la originalidad de su concepto (entre narración y recuento memorialístico) y los constantes hallazgos verbales de una riquísima prosa (no siempre manifiesta en la citada traducción) hacen desear que no sea la última que nos llegue de este escritor hoy ya considerado en Italia como un ‘gran maestro’.
‘Los pequeños maestros’ son los jóvenes partisanos locuaces, enamoradizos, comprometidos con la causa de la libertad, que recorren las montañas y pueblos campestres de la zona de Vicenza en el período de la ocupación alemana. Luchan valerosamente contra el enemigo fascista -tanto el invasor como el local- pero encuentran lugar y tiempo para leer y discutir de literatura: "en medio del desbarajuste seguíamos creyendo en la importancia de la estética". El paisaje de ese noreste italiano va apareciendo, con la delicadeza de una acuarela, entre las peripecias del libro, alguna, como la del robo de los quesos, convertida en un bellísimo ejemplo de apólogo anti-heroico que da muy bien la temperatura propia de Meneghello, visionaria a la vez que atenta al correlato histórico. Narrada desde un claro punto de vista masculino animado por los vigorosos retratos femeninos que van puntuando la trama, ‘Los pequeños maestros’ es una novela con frecuencia divertida, trepidante en su intensidad lírica y finalmente amarga, pues rememora la historia de un honroso fracaso (así vio su autor, miembro junto a Montale o Bobbio del malogrado Partito d´Azione, el convenio político que siguió al armisticio) y la forzada madurez de unos muchachos que, como dice la tía del protagonista, tuvieron que hacer de viejos cuando todavía no habían sido jóvenes.