Vicente Molina Foix
Mitologías. W.B.Yeats. Traducción de Javier Marías, Alejandro García Reyes y Miguel Temprano García. Acantilado. Barcelona 2012. 382 págs
"Dentro de poco publicaré un libro grande sobre la comunidad del país de las hadas, y trataré de hacerlo lo bastante sistemático y erudito para ganarme el perdón por este puñado de sueños". Esto escribía Yeats en una nota de 1902 incluida en los preliminares de ‘El crepúsculo celta’, según la edición de Javier Marías, y la cautela del gran poeta irlandés parece exagerada y hasta cómica, en alguien que se pasó la vida no ya soñando sino persiguiendo con sumo ardor a las hadas, algunas de carne y hueso. El presente volumen recopila dos libros aparecidos antes en castellano (el ya citado, en 1985, y el titulado ‘La rosa secreta’ en 1986), con el añadido de interesantes escritos posteriores, ‘La rosa alquímica’, ‘Las tablas de la ley’, ‘La adoración y de los magos’ y ‘Per amica silentia lunae’. El conjunto se lee como una excursión o tránsito a lo maravilloso, un compendio de historias trascritas por un médium que se toma muy en serio las voces de ultratumba y la realidad de los espíritus; "de lo que nunca se duda es de los duendes", afirmaba Yeats: "son lógicos".
En todo tiempo ha habido grandes cabezas fascinadas por la pamplina del saber hermético y la teosofía; hay peores credos que esos, al fin y al cabo desprovistos de curia y penitencia. Por ceñirnos sólo a su tiempo, pensadores como Bergson o William James, y artistas de la talla de Strindberg, Conan Doyle o Kandinsky fueron creyentes del ocultismo y buscadores, con mayor o menor entrega, de la recóndita piedra filosofal. Yeats es, sin embargo, el más persistente, pues gran parte de su obra narrativa, poética y escénica está marcada por la impronta de la astrología y la nigromancia, aunque estilizada por las sinuosas formas del Simbolismo.
El lector de ‘El crepúsculo celta’ y ‘La rosa secreta’ encontrará unos relatos y unas viñetas confesionales en los que la imaginación del autor se funde con el caudal de los cuentos folklóricos más fantásticos que Yeats buscaba y oía, en "lugares frecuentados por lo sobrenatural", de boca de los campesinos y las ancianas sabias de los pueblos remotos. Aquí se encuentran algunas de sus piezas maestras, como ‘Criaturas milagrosas’, ‘Sueños que no tienen moraleja’ o la serie de historias de Hanrahan el Rojo. Del material nuevo aportado en este edición destacan los tres primeros, en los que cobran vida las fascinantes siluetas de Michael Robartes y Owen Aherne, aunque habría sido de agradecer que los editores aclararan someramente al menos que esos importantes personajes no son ni reales ni del todo ficticios; se trata de dos de los heterónimos cabalísticos en los que el fabulador tortuoso que siempre fue Yeats se desdoblaba en sus escritos. Del último, ‘Per amica silentia lunae’, es interesante el capítulo de evocaciones de sus amigos pintores, Burne-Jones, Morris y, el más oculto de todos, Simeon Solomon.
Es un placer reencontrarse con las hermosas y precisas traducciones de Marías y García Reyes; de inferior calidad y carentes del mismo grado de refinamiento son las de Temprano García.