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Jardín para pensar

Por 20 de junio de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

En una época de mi vida fui jardinero, sin sombrero de paja ni azadón. Hacía en Londres estudios posgraduados de historia del arte, en un sistema ‘a la carta’ que permitía, cada trimestre, elegir la materia impartida por grandes especialistas, procedentes en su mayoría de los institutos universitarios Courtauld y Warburg; llevado por la curiosidad y mi inopia campestre, me matriculé en un curso que trataba, dentro de la transición neoclásica, del llamado ‘jardin anglais’. Me familiaricé así con los nombres de grandes jardineros-paisajistas como ‘Capability’ Brown o Humphrey Repton, cuyas obras de fantasiosa recreación vegetal visité maravillado, mientras leía en casa a los tratadistas de lo sublime y lo pintoresco. Por eso ha sido un placer volver a aquellos campos de la imaginación romántica con la lectura de ‘Jardinosofía. Una historia filosófica de los jardines’, de Santiago Beruete (publicado por Turner), que es una obra múltiple: estudio histórico de la evolución de los jardines desde la antigüedad hasta el siglo XXI, reflexión sobre sus fundamentos y su variedad, a la vez que compendio erudito que el autor redondea, en un libro de más de 500 páginas que se devoran, con un glosario muy útil, un nutrido reparto de personalidades importantes y una bibliografía (siendo solo de lamentar que no se incluya un índice onomástico general). 
 
El libro de Beruete coincide con un reverdecimiento teórico del concepto de jardín. Es muy noble el impulso humano -nunca fenecido, pese al avance implacable de la especulación inmobiliaria- de cavar unas zanjas y plantar un macizo de rosas o una pequeña arboleda, pero más trascendental es la noción de que el jardín, por encima de su función de ‘hobby’ o su utilidad frutal, es una de las bellas artes, un arte mudo que no produce rimas ni arias ni cuadros alegóricos, pero logra emocionarnos como si fuera parlante, melodioso, pictórico. Con la ventaja de que la naturaleza no es, ni siquiera cuando está retocada por la mano del hombre, pedante.
 
Aparte de leer a Santiago Beruete, de quien recomiendo en especial los siete capítulos de su tercera parte (desde el jardín moral de los filósofos hasta los laberintos mitológicos o contemporáneos), así como su análisis de los jardines racionalistas de Le Corbusier y Lloyd Wright y su brillante excurso sobre las plantas en la ciencia-ficción, quien viaje a París antes del 24 de julio no debería perderse la bellísima exposición ‘Jardins’ en el Grand Palais, que mezcla la instalación ocurrente (como el botánico vertical de Patrick Blanc) con el reflejo artístico de la jardinería en grandes pintores como Durero o Cezanne. En su defecto, es también muy recomendable ver online la serie producida por la cadena Arte, ‘Jardins d´ici et d´ailleurs’, episodios de 26 minutos en los que, de la mano del arquitecto paisajista Jean-Philippe Teyssier, recorremos en filmaciones espectaculares jardines de un aquí y un allá que incluyen el sur de Europa, Japón, Marruecos, Irán o Indonesia.
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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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