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El semestre soviético

Por 21 de noviembre de 2011 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Ahora que se dan, sorprendentemente, brotes de realismo socialista en la novela española contemporánea, la Fundación Juan March presenta una interesantísima exposición dedicada, a través de la figura del pintor Aleksandr Deineka (1899-1969), al arte oficial realizado bajo Stalin y los primeros años del ‘deshielo’ soviético. Coincide la muestra con otra no menos fascinante en La Casa Encendida (abierta, como la anterior, hasta el próximo mes de enero), y que lleva el hermoso título de ‘Caballería Roja’, prestado del novelista ruso Isaak Babel, ajusticiado en 1940 por la policía del régimen. Teniendo en cuenta que hasta finales de agosto se pudo ver en el Museo Reina Sofía, dentro de la antológica ‘El movimiento de la fotografía obrera (1926-1939)’, una importante sección dedicada a la URSS, y que en septiembre se clausuró en Caixa Forum la excepcional ‘Construir la Revolución. Arte y arquitectura en Rusia 1915-1935’, podemos decir que Madrid está viviendo su más intenso semestre soviético desde el fin de la guerra civil.

   Tiene sentido recuperar, con la riqueza y la variedad que se dan tanto en La Casa Encendida como en la Fundación Juan March, un tiempo tan fértil en la creación de nuevas formas, poniéndolo en el contexto de una revolución que se convirtió paulatinamente en una paralizante pesadilla autoritaria encarnada en esos dos demonios exterminadores (no sólo de artistas) que fueron Stalin y su esbirro Beria. El espectro recogido por ‘Caballería Roja’ es muy amplio (es una exposición que se aconseja visitar con tiempo por delante), y para mí destaca, en el siempre estupendo ‘bric-à-brac’ comunista, el juego de ajedrez donde se enfrentan, en madera y marfil, los peones del mundo capitalista y la Rusia soviética, y, dentro de un registro mucho más serio, la parte dedicada a los pioneros del arte del sonido, con la ambigua y sugestiva figura de Lev Theremin, al que Hitchcock debe algunos de sus mejores ‘thrills’.

    El pintor y magnífico dibujante Aleksandr Deineka empezó ejercitándose en la vanguardia, pero tuvo más suerte o más picardía que todos aquellos osados poetas, pintores, directores de cine y de teatro que sufrieron persecución y sumaria ejecución por las mismas razones por las que, en 1936, fue acusado Deineka: ser un formalista, lo que equivalía en el lenguaje de los dirigentes del Kremlin a estar infectado por la marea del capitalismo enemigo de la revolución. Deineka capeó ése y otros temporales peores, sobrevivió, viajó con libertad, oficialmente a veces, fuera de la URSS, hizo grandes obras públicas (como sus treinta y cinco plafones de mosaico para el metro de Moscú, reproducidos ingeniosamente en la exposición), y, al lado de cuadros proletarios y deportivos sacudidos por una alta tensión eléctrica y pintados con mano moderna, fue, poco a poco, sucumbiendo a la férrea blandura de un arte de acomodo. En 1946, en un texto que publicó, se permitía atacar el ‘suprematismo’ del gran Malevich, calificándolo de “decorativismo geométrico”, mientras él mismo se preparaba para llevar al lienzo, en los años finales de su vida, escenas de torpe e idílica propaganda. Deineka o el ejemplo de cómo el artista que vende su talento a la causa del dogma es una de las figuras más desgarradoras de la universal historia de la infamia.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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