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Crítica y venganza

Por 22 de julio de 2010 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Hace nueve años, un periodista que escribía unos comentarios bajo seudónimo en la revista Cinemanía dijo cosas probadamente falsas (además de despectivas) sobre una película llamada ‘Sagitario’. Al director de la película, que había sido hasta hacía poco colaborador regular de la revista, le pareció oportuno escribirle al director de la publicación protestando en términos vehementes por el tono infamante de esas palabras y por las falsedades insidiosas que envolvían un juicio disfrazado de gacetilla jocosa. El director de la revista, después de hablar con el firmante del suelto, le contestó al director de la película (quien conserva toda la documentación pertinente) con unas explicaciones de disculpa, que, aun siendo agradecidas por el vilipendiado, no podían paliar la naturaleza de aquel texto grosero y mendaz.

     Pasados los años, el periodista entonces bajo seudónimo escribe críticas de cine en el diario en el que, en su capacidad de escritor, colabora regularmente el director de ‘Sagitario’ desde hace muchos años. Y lo que son las cosas, al citado crítico le tocó en suerte -o tal vez se ocupó él de que le tocara-  reseñar ‘El dios de madera’, la segunda película de aquel debutante cineasta del año 2001. La reseña fue, el director no esperaba otra cosa, descalificadora y ‘perdonavidas’, y tenía el involuntario chiste de tomarse en serio (y sonrojarse por ella, decía el crítico) una de las frases irónicas más evidentes y celebradas de la película.

    Para rizar el rizo de este apólogo, el director respondón del 2001 y del 2010 ha sido más de cuarenta años crítico de cine, y ha tenido y mantiene el máximo respeto y consideración hacia el ejercicio de criticar. Ahora bien, por ese mismo respeto y conocimiento interno de la crítica no olvida tres principios.

    El primero es el más obvio: las películas, como cualquier otro producto artístico, pueden salir bien o salir mal, y, por tanto gustar o no, rechazarse o defenderse; es sano que sobre ellas se diga lo que se opina en cualquier medio, incluyendo aquellos a los que el criticado se siente más ligado. ¿Pero es mucho pedir en estos tiempos apresurados y partisanos (por no decir sectarios) que la crítica, sobre todo la destructiva, se argumente y se substancie, y el crítico extreme la imparcialidad que está en la base de su noble oficio?

    El segundo principio recordado es que no existiendo aún -y cuánta falta nos hace- la figura del Defensor del Autor o Ombudsman de la Crítica que ponga un poco de orden y justicia en ese cometido, es insano que el crítico diga siempre la última palabra en un veredicto que muchas veces traiciona palmariamente el sumario de la obra juzgada. Como autor y como crítico en cantidades equiparables defiendo, y no soy el único, la legitimidad de aquella vía abierta por Eliot, la de criticar al crítico.

    El tercero más que un principio es una moraleja paradójica inspirada por una frase de Shakespeare en su famoso monólogo de Shylock en el acto III de ‘El mercader de Venecia’: "Y si nos ofendéis, ¿no habremos de vengarnos?". Lo interesante de esta paradoja es que podría aplicarse a los dos sujetos de mi apólogo, el dos veces ofensor y el dos veces ofendido.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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