Skip to main content
Tag

cementerios.

Blogs de autor

Testaruda Lénox

 

Los intercambios en Facebook entre Winnie Lénox y Alberto Piglia se sustentan en la negativa de Winnie a ser retratada. Alberto desea conocer el rostro, la figura de Winnie, pero ella rehúsa. Hasta que un día Alberto recibe una foto de Winnie enferma, francamente estropeada. Se sorprende, pero no lo comenta, opta por enviarle una foto suya, actual, en la que las marcas de la vejez son claramente perceptibles. Winnie responde con una imagen oscura en la que se muestra semidesnuda, muy enflaquecida, apoyada en un bastón, caminando por el pasillo de su casa. Alberto mete la cabeza en el horno de la cocina económica y su hermano consigue una valiosa instantánea. Finalmente Winnie y Alberto, ambos ya invidentes, se citan en el camposanto para ser fotografiados sobre una tumba profanada por ladrones. 

Leer más
profile avatar
4 de mayo de 2017
Blogs de autor

Maniobras

He contado en público repetidas veces la historia de uno de mis bisabuelos que apareció con las uñas clavadas en la tapa del ataúd cuando los enterradores se disponían a trocear embalaje y embalado para hacerle sitio a un nuevo ocupante del nicho. Pero ahora me llega noticia de que unos funcionarios, en la misma faena de esponjamiento, hallaron a un tipo que dejó escrito a lápiz un mensaje en el interior de su caja.

 

Leer más
profile avatar
19 de junio de 2016
Blogs de autor

Mariety y la armónica

 

Muchas veces el excesivo autoritarismo de los padres produce efectos nocivos en sus vástagos. Es el caso de Mariety que, en un diario hasta ahora secreto, escribe: “Cuando hice la primera comunión mi padre me regaló una armónica en miniatura, marca Hohner, de plata, con una cadenita. Por lo que sea, un día se soltó de su cadenita, me la llevé a la boca y me la tragué sin querer. No me atreví a decirlo y tampoco nadie me preguntó. Unos meses después mis padres me llevaron al médico porque tenía fiebre y me dolía mucho la garganta. Resultó que tenían que extirparme las amígdalas. Yo no sabía nada de amígdalas y simplemente me explicaron que tenían que quitarme de la garganta algo que no debía estar allí porque era lo que me producía el dolor. Estaba segura de que se trataba de la armónica. Me aterraba que descubrieran que me la había comido y que no había dicho nada.” El diario termina aquí. Mariety fallecería antes de ser operada sin que los médicos aclararan los motivos. Y la historia también terminaría aquí si no fuera por Julián Mamarras, el enterrador del cementerio donde se inhumó el cuerpecito de Mariety. Mamarras era dado a la astronomía y muchas veces al oscurecer, con el buen tiempo, se tumbaba sobre una losa, elegida al azar, y escudriñaba el firmamento. Una noche, sería a principios de agosto, oyó un sonido muy agradable que parecía surgir del interior de la tumba. Sobresaltado, leyó, a la luz de la luna, la inscripción sobre la que había reposado su espalda. Se trataba de una niña. Muerta hacía poco. Permaneció un rato immóvil, atento. Y aunque el sonido aún se percibía, se iba atenuando, hasta desaparecer al avanzar la noche. Volvió Mamarras al día siguiente. Y el fenómeno se repitió. Y así en las jornadas sucesivas. Una musiquilla que en el crepúsculo sonaba con cierta potencia y que al pasar las horas desaparecía, como si el frescor nocturno no le conviniera. Julián avisó al forense y, en presencia de los autoritarios padres, se exhumó el cadáver, ya descompuesto. Descomposición que producía gases, virulentos a las horas de calor y que, acumulados, se expandían al atardecer, dando vida al instrumento.  

---

30 niñas. Leteradura. 2014. 

 

Leer más
profile avatar
9 de marzo de 2016
Close Menu