Rosa Moncayo
Hace unos días me topé en redes con una viñeta modernísima y revisionadísima sobre caperucita roja y el temible lobo feroz. El lobo le preguntaba a caperucita qué llevaba en la cesta y ella le respondía que le iba a reventar la cara de payaso que tenía, entre otras cosas. Luego, más abajo, un comentario de una chica que decía que nunca le contaba el cuento de la caperucita a su hijo porque este perpetúa la errónea idea de que las mujeres no deben ir solas por la calle o que necesitan a un hombre que las rescate.
Allá vamos. ¿Se puede cancelar un cuento de hadas del siglo XIV? La cultura de la cancelación impregna nuestros días. Disculpe, ¿dejará usted que su hijo lea a Nabokov en plena adolescencia? ¿Acaso le prohibirá a su hijo acudir al Museo del Prado para que no presencie a Saturno devorando a su hijo? Los niños del futuro caminarán con una tupida cinta en los ojos. Palos de ciego, ¡lo veo venir!
En Tremendous Trifles, G. K. Chesterton, el príncipe de las paradojas, indaga sobre la prohibición de algunas lecturas para niños. Al parecer, las autoridades de aquella época -principios del siglo XX- alegaban que los cuentos de hadas, monstruos y espadas introducían ideas erróneas y miedos infundados a los niños. Me permito la libertad de traducir al español un fragmento de dicha obra.
«Entonces, los cuentos de hadas no son los responsables de producir miedo en los niños, ni ninguna de las formas del miedo; los cuentos de hadas no le dan al niño la idea de lo malo o lo feo; eso ya está en el niño porque ya existe en el mundo. Los cuentos de hadas no le dan al niño su primera idea del fantasma. Lo que los cuentos de hadas le dan al niño, es su primera idea clara de la posible derrota del fantasma. El niño conocerá íntimamente al dragón desde que tenga imaginación. Lo que le proporciona el cuento de hadas es un San Jorge para matar al dragón»
Incluso la interpretación más simbólica de Carl Jung le daría la razón a Chesterton. Los cuentos de hadas enseñan a los niños a hacer frente a los conflictos humanos básicos, nutren su espiritualidad, conciencia e inconsciente van de la mano. La literatura nos garantiza que hay algo más allá de la oscuridad, más allá incluso de nuestras propias tinieblas.
Larga vida a los cuentos de hadas.
Fragmento original en inglés:
«Fairy tales, then, are not responsible for producing in children fear, or any of the shapes of fear; fairy tales do not give the child the idea of the evil or the ugly; that is in the child already, because it is in the world already. Fairy tales do not give the child his first idea of bogey. What fairy tales give the child is his first clear idea of the possible defeat of bogey. The baby has known the dragon intimately ever since he had an imagination. What the fairy tale provides for him is a St. George to kill the dragon»