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¿Qué mensaje enviarías a los extraterrestres?

Por 2 de agosto de 2015 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Roberto Herrscher

El 20 de agosto de 1977 despegó de la base de Cabo Cañaveral en el estado de Florida, EEUU, el Voyager 2. Dos días más tarde, surcaba los cielos el Voyager 1. Iban a explorar el espacio. En esta década (año más, año menos, el límite no está claro) están saliendo de la fuerza gravitacional del sol y se están internando en  el espacio interestelar. Por primera vez objetos hechos por los humanos viajan fuera del Sistema Solar. 

Los Voyager envían regularmente fotos y sonidos de su viaje. En los noventa nos envió una imagen sobrecogedora de los anillos de Saturno. Pero junto con preguntas e inquietudes sobre las estrellas, planetas y posible vida allí afuera, los Voyager llevan un mensaje de los habitantes de la tierra a los extraterrestres: cada uno porta un disco dorado con sonidos que, según el equipo científico presidido por el cosmólogo de la Universidad de Cornell, autor de “Cosmos” y excelso difusor de la ciencia Carl Sagan, representaban a los habitantes de la tierra y las diferentes formas de vida en el planeta.

Hace pocos días la plataforma Soundcloud puso a disposición de los habitantes de este planeta los sonidos que viajan en los Voyager. Y es fascinante entrar en la cabeza de quienes llenaron el disco con palabras y sonidos y música para explicarles a los habitantes de otras galaxias quiénes somos. ¿Por qué estos sonidos, estos idiomas, estas canciones? Los invito a escuchar. A escucharnos.

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¿Qué hay en el Disco de Oro? Una parte contiene saludos en 55 idiomas. El primer idioma (están presentados en orden alfabético) es el acadio, hablado en sumeria hace unos seis mil años. El último, el wu, uno de los tantos dialectos chinos.  Un alegre español, que imagino de unos 40 o 50 años, dice: “Hola y saludos a todos”. Como si llamara a la casa de familiares lejanos. En inglés es una voz infantil que saluda en nombre de los niños de la tierra. El inconfundible tono de un cura saluda en latín. Hay idiomas que se extinguieron entre la grabación y el día de hoy. Hay expresiones de paz, amor y fraternidad. Hay peroratas de 20 segundos mencionando la universidad en la que se hizo la grabación. El más lacónico es quien saluda en hebreo: “Shalom”.

Otra sección incluye sonidos y ruidos que representan la vida en la tierra, desde los aullidos y graznidos y cantos de distintos animales hasta el llanto de un bebé y la voz de su madre estadounidense, que lo calma. Se escuchan segundos del latido de un corazón, el zumbido de una abeja, el aullar de un lobo y el ronroneo de un tractor.

Y la más interesante es el que contiene la música que nos representaba en 1977. Mucha música clásica: tres piezas de Bach y dos de Beethoven. La música popular también refleja los gustos del equipo de Sagan: Chuck Berry, Louis Armstrong y el pionero del blues Blind Willie Johnson viajan en nombre de la música popular estadounidense.

Representando a las “músicas del mundo”, entre otros, un coro ruso, el gamelán de Indonesia, un canto navajo y el son jarocho mexicano “El Cascabel” por Lorenzo  Barcelata y sus Mariachis.

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 “Estas naves serán encontradas y estos discos serán escuchados solo si hay civilizaciones avanzadas en el espacio interestelar”, declaró Sagan cuando se anunció el proyecto. “Pero al lanzar esta botella en el océano cósmico ya estamos diciendo algo muy esperanzador acerca de la vida en este planeta”.

En la web del proyecto se especifica que los sonidos, voces y melodías fueron grabados en el sistema más avanzado de la época: un disco de 16 y 2/3 revoluciones por minuto que gira y suena tocado por una púa. Para los lectores del siglo XX, un Long Play.

Una tecnología perteneciente a la última generación análoga de la historia. ¿Qué pensarán de nosotros los extraterrestres al encontrarse con este mensaje pre-digital?

Pero no hay que preocuparse: si una raza cósmica lo encuentra y decodifica, tal vez sea en varios millones de años, y la tecnología digital estará tan muerta como la analógica, y de nosotros no quedará ni el recuerdo. Así, nadie notará la ironía de que el mensaje principal de saludo venga de quien era Secretario General de Naciones Unidas, el austríaco Kurt Waldheim. El mensaje de paz de los terrícolas representados por quien – se sabría en los ochenta – había sido un oficial nazi en su juventud. 

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El Disco de Oro guarda también un recuerdo menos sangriento y más trivial de nuestras pobres rencillas terrestres: Carl Sagan había pedido que incluyeran la gran canción de George Harrison “Here Comes the Sun”. Los Beatles estuvieron de acuerdo. Pero su discográfica, EMI, no cedió los derechos. Y los extraterrestres se la perdieron.

Hace tres años la radio pública estadounidense NPR entrevistó a la viuda del astrofísico, Anne Druyan para que hablara del Disco de Oro. En 1977 ella era la encargada de coordinar con Sagan los materiales que viajarían al espacio. Y la historia que contó en esa entrevista da una pequeña luz de esperanza sobre la humanidad que viaja en esa nave.

Druyan contó que una noche, hablando con un sinólogo de la Universidad de Columbia, por fin encontró el fragmento musical que representaría la milenaria música china. Los tres minutos de música china eran una preocupación de Druyan y Sagan en esos días. Le dejó un mensaje en el contestador a Sagan, entonces solo un gran amigo y compañero de trabajo. Él la llamó y en esa conversación se declararon amor eterno y decidieron casarse. Ni siquiera se habían besado.

“Estuve con él desde esa noche hasta que murió en diciembre de 1996”, dice Druyan en el programa de NPR. Y contó otra cosa: los sonidos del corazón humano que viajan por el espacio son los que ella se grabó dos días después de la declaración. “Cuando me siento deprimida, pienso que mis latidos enamorados viajan por el espacio”.

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¿Qué sonidos pondríamos hoy en un viaje al espacio exterior? ¿Qué saludos, en qué idiomas, qué sonidos de entre el desesperante caos sonoro que nos envuelve? ¿Qué 90 minutos de momentos musicales nos representan?

 

No sé ustedes. Yo seguiría empezando con el simple y efectivo “Hola y saludos a todos”.   

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Roberto Herrscher

Roberto Herrscher es periodista, escritor, profesor de periodismo. Académico de planta de la Universidad Alberto Hurtado de Chile donde dirige el Diplomado de Escritura Narrativa de No Ficción. Es el director de la colección Periodismo Activo de la Editorial Universidad de Barcelona, en la que se publica Viajar sola, director del Premio Periodismo de Excelencia y editor de El Mejor Periodismo Chileno en la Universidad Alberto Hurtado y maestro de la Fundación Gabo. Herrscher es licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Periodismo por Columbia University, Nueva York. Es autor de Los viajes del Penélope (Tusquets, 2007), publicado en inglés por Ed. Südpol en 2010 con el nombre de The Voyages of the Penelope; Periodismo narrativo, publicado en Argentina, España, Chile, Colombia y Costa Rica; y de El arte de escuchar (Editorial de la Universidad de Barcelona, 2015). En septiembre de 2021 publicó Crónicas bananeras (Tusquets) y su primer libro colectivo, Contar desde las cosas (Ed. Carena, España). Sus reportajes, crónicas, perfiles y ensayos han sido publicados The New York Times, The Harvard Review of Latin America, La Vanguardia, Clarín, El Periódico de Catalunya, Ajo Blanco, El Ciervo, Lateral, Gatopardo, Travesías, Etiqueta Negra, Página 12, Perfil, y Puentes, entre otros medios.

 

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