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18. Zapeos por el zapping

Por 2 de agosto de 2015 Sin comentarios

Vicente Luis Mora

Esta película, los dos la habíamos visto en forma fragmentada; el tedio y el zapping, sumados a las distracciones domésticas, nos habían hecho ver pasajes distintos, uno más el principio que el final, el otro al revés. (…) Esas escenas faltantes vuelven como fantasmas: uno las ha suplido imaginariamente para completar la trama, y después la reconstrucción y la realidad, dada la poca realidad que tienen esas escenas, se le mezclan.

 

César Aira, Las conversaciones

 

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Lila tampoco estaba libre de pecado e incurría en el zapping. Pero los zapping de Lila eran diferentes. Sus zapping siempre tenían más significado, en sus zapping el todo era más conmovedor que sus partes. Las noches de lluvia o viento, o esas tardes tontas que no hacen biografía, yo la observaba coger el mando a distancia e hilvanar imágenes con un tino asombroso, redimiendo la estulticia de los canales, haciendo flores con la basura. Los zapping de Lila solían ser estremecedores, cuando combinaban tragedias con bagatelas, matanzas con saraos. Emparedado entre atentados, niños esqueléticos y jóvenes asesinados en el fútbol, el último humorista encumbrado por una muletilla idiota se antojaba sutil filósofo. A veces, ni siquiera era necesario mirar la pantalla. Bastaba con cerrar los ojos para oír las frases que construía su imaginación televisiva, sentencias contundentes que lograban explicar la vida o aforismos que revelaban sus hilvanes, y que para ser emitidas necesitaban la colaboración desinteresada de cinco o seis personas distintas y de alguien que las ensamblase con lucidez.

            Cuando Lila hacía zapping, la televisión era tan sabia que daba miedo.

 

Félix J. Palma,"Lila y alrededores", Métodos de supervivencia

 

 

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"Uno de aquellos ataques lo sorprendió sentado en su sofá Karlstad viendo la televisión. Tanteó sobre la mesa y alrededores en busca del hueso sin dar con él. La crisis se precipitaba. El programa que emitían en aquel momento en televisión, un reality show, hacía tiempo que se había convertido en algo parecido a un fotomontaje realizado por Dziga Vertov que pretendiera mostrar un recorrido turístico por los más escabrosos parajes de la invalidez emocional. La solución de emergencia consistió en coger el mando a distancia y apretarlo con fuerza entre los dientes. En lo más agudo de la crisis, con los dientes castañeteando, los canales fueron pasando en un orden errático ante la mirada perdida de Eduardo. Duran i Lleida amenazaba con retirar su apoyo al Gobierno si no se reconocían los derechos inalienables de Cataluña; una chica preguntaba a la invisible audiencia cuál era la capital de Francia (cinco letras); Ángel Gabilondo entrevistaba al lehendakari vasco; Juan Manuel de Prada hablaba de los derechos inalienables del nasciturus; un señor del PP, que se apellidaba igual que un ministro de Franco, lamentaba las declaraciones de Duran i Lleida, pero todavía más la actitud pasiva del Gobierno; un hombre vigoréxico encaramado a una tarima que tiraba de un par de poleas sin dejar de sonreír a la cámara, y, por último, al mismo ritmo de cámara lenta con el que Eduardo recuperaba la conciencia, un hueso que asciende y asciende y que acaba convirtiéndose en una nave espacial surcando el vacío del espacio."

 

Javier Moreno, Alma

 

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            El éxito de la televisión reside en su atención a estas leyes, pero también por la posibilidad estructural de zapping. Alarmados ejecutivos de las cadenas y de las agencias de publicidad ven el zapping como una amenaza para la fidelidad del espectador. En realidad deberían aceptar que sin el zapping nadie vería televisión hoy en día. Lo que hace casi un siglo era una atracción basada en la imagen ha devenido una atracción sostenida por la velocidad.

 

Beatriz Sarlo, Scenes from postmodern life

 

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            Mi falta de costumbre a televisores de 999 canales hacía del visionado una especie de laberinto. Comienzas deteniéndote en todos los canales, pero terminas yendo de uno a otro sin parar hasta que al cabo de una hora aparece en tus pupilas un mosaico de imágenes que levanta una barrera entre tú y la realidad.

Agustín Fernández Mallo, Limbo

 

 

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¿Cambiaría de canal? Nikki era una de esas personas con complejos de culpa por sus huecos culturales e históricos, cada vez que hacía zapping y se encontraba con un canal de noticias o documentales o clásicos, se sentía obligada a quedarse ahí al menos unos minutos, por más que en realidad tuviera prisa en llegar a su telenovela o a Bugs Bunny. El zapping convertía a muchos en seres culpables, incapaces de gozar plenamente de su superficialidad, de admitir que les interesaba más enterarse de los últimos chismes de Hollywood que de lo que ocurría en Bosnia o Ruanda.

 

Edmundo Paz Soldán, Sueños digitales

 

 

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Las viejas no zappean, sólo se asoman a las cortinas cuando ven pasar a un extranjero por la calle.

Celso Castro, Astillas

 

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            Creo que en el infierno no hacen falta torturas, gritos, barreños de alquitrán ni otros horreres: el baño de Svidrigailov -en la variante de una habitación de hotel en la que tienes que vivir eternamente, sin identidad, sin pasado y sin futuro, sin esposa, sin carrera profesional, sin vida, en definitiva- resulta igualmente útil y es considerablemente más limpio en comparación. Podrías meter incluso un televisor con varias docenas de canales en los que detenerte más o menos un minuto, hasta recorrerlos todos: noticias, deportes, moda, política, animales, fiestas, dibujos animados, y luego otra vez desde el principio, otra vez un minuto en cada uno, hasta que llegar a mirar a través de los dedos, con los globos oculares doliridos como si te los hubieran acuchillado y con un vacío interior mayor que el mundo, la única tortura infernal verdaderamente aterradora.

 

Mircea Cărtărescu, Las bellas extranjeras

 

 

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Pero el vértigo no sólo está afuera, lo hemos asimilado a la mente que no para de emitir imágenes, como si ella también hiciese zapping.

 

Ernesto Sábato, La resistencia

 

 

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Pongo la tele y sonrisas húmedas. Zapping de orden y museos. Animales ejecutados y orejas desalojadas. Correas tras espasmos de gloria, segundos de pedestal y la destreza del suelo. Como en un truco de magia, cada ficha se recoloca en su casilla hasta el pistoletazo del día siguiente. Ciudad peregrina pero en orden, albergas películas y santuarios, frecuencias que sin rozarse construyen la veracidad de un mapa…

Marta Agudo, 28010

 

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            El zapeo abole las antiguas leyes de la narración que establecían las reglas sobre el punto de vista.

 

Beatriz Sarlo, Scenes from postmodern life

 

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Frases cortas. Manía referencial. Memoria selectiva. (…) Sintaxis química. Cut-up. Interrumpimos este programa. Palabras extranjeras. No italics. Short Attention Span. Zapping.

 

Rodrigo Fresán, Mantra

 

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            (…) sin dirección y sin ritmo, el tiovivo continúa dando vueltas, enloquecido, una pantalla de televisión dominada por un ferocísimo zap, entre mil canales. No sólo se destruye la imagen, sino la imaginación. Ya no hay memoria; se ha vuelto imposible por la evacuación del deseo, de la racionalidad, de todo proyecto de singularidad.

 

Toni Negri, Arte y multitud

 

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ZAPPING

 

En mi cabeza hay un loco

haciendo zapping -no puedo

concentrarme en nada últimamente:

ni leer un libro hasta el final

ni escuchar lo que me dicen

ni tan siquiera darle forma a un pensamiento.

 

¿Terminar este poema?

Ni de coña.

Pasa la página,

cierra el libro,

vete a dar una vuelta,

vuelve otro día.

 

A lo mejor

hasta tenemos

un poco más

de suerte.

Roger Wolfe, El invento. Antología poética

 

*

 

La TV debe hacer zapping a la audiencia antes de que ésta le haga zapping a ella.

 

Derrick de Kerckhove, La piel de la cultura

 

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            En la antigüedad se concebía el universo como un texto, como un libro encriptado que espera ser descifrado; pero hoy, nosotros, no podemos verlo de otra manera que como un conjunto de canales audiovisuales emitiendo, todos al unísono, diferentes programas en lenguas diferentes. Zapping continuo de la mente.

 

Ángel Cerviño, Kamasutra para Hansel y Gretel

 

 

 

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Vicente Luis Mora

Vicente Luis Mora (Córdoba, España, 1970), es Doctor en Literatura Española Contemporánea y licenciado en Derecho. Ha trabajado como gestor cultural y profesor universitario. Estudioso de las relaciones entre literatura, imagen y tecnología, hasta el momento ha publicado la novela Alba Cromm (Seix Barral, 2010), el libro de relatos Subterráneos (DVD, 2006), y la novela en marcha Circular 07. Las afueras (Berenice, 2007). También ha publicado Quimera 322 (2010), inclasificable proyecto sobre la falsificación literaria desde la teoría y la práctica, a través de 22 seudónimos, que apareció como nº 322 de la revista Quimera. Como poeta, cuenta con los poemarios Texto refundido de la ley del sueño (Córdoba, 1999), Mester de cibervía (Pre-Textos, 2000), Nova (Pre-Textos, 2003), Autobiografía. Novela de terror (Universidad de Sevilla, 2003), Construcción (Pre-Textos, 2005) y Tiempo (Pre-Textos, 2009). Ha publicado los ensayos Singularidades. Ética y poética de la literatura española actual (Bartleby, 2006), Pangea. Internet, blogs y comunicación en un mundo nuevo (Fundación José Manuel Lara, 2006); La luz nueva. Singularidades de la narrativa española actual (Berenice, 2007) y El lectoespectador. Deslizamientos entre narrativa e imagen (Seix Barral, 2012). La parte de narrativa de su tesis doctoral, galardonada con premio extraordinario de Doctorado, aparecerá próximamente en la Universidad de Valladolid en una versión breve y actualizada bajo el título de La literatura egódica. El sujeto narrativo a través del espejo.  Ejerce la crítica literaria y cultural en su blog Diario de Lecturas (I Premio Revista de Letras al Mejor Blog Nacional de Crítica Literaria), y en revistas como Ínsula, Quimera, Clarín o Mercurio. Ha recibido los premios Andalucía Joven de Narrativa, Arcipreste de Hita de Poesía, y el I Premio Málaga de Ensayo por su libro Pasadizos. Espacios simbólicos entre arte y literatura (Páginas de Espuma, 2008).   Copyright de la foto: Racso Morejón

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