
Ficha técnica
Título: Una zona de oscuridad | Autor: V.S. Naipaul | Traducción: Flora Casas Vaca | Editorial: DEBATE | Formato: Tapa dura con sobrecubierta | Medidas: 159 X 237 mm | Páginas: 296 | ISBN: 9788499925301 | Precio: 23,90 euros | Ebook: 12,99 euros
Una zona de oscuridad
V. S. Naipaul
Una zona de oscuridad es el primer libro del premio Nobel V.S. Naipaul sobre la tierra de sus antepasados, fruto de su primer viaje al subcontinente indio en 1964.
Desde el caos de Bombay a la belleza inmarcesible de Cachemira, de una sagrada cueva helada en el Himalaya a un templo abandonado en Madrás, Naipaul descubre una asombrosa variedad de tipos humanos, modestos funcionarios públicos y criados arrogantes; un sinuoso santón y un fascinado estadounidense en busca de la fe.
Naipaul también expone su reacción personal y distinta al paralizante sistema de castas, a la aparentemente serena aceptación de la pobreza y la miseria, y el conflicto entre el deseo de autodeterminación y la nostalgia por la dominación británica.
En Una zona de oscuridad forma, junto a India, tras un millón de motines (DeBolsillo 2011) e India: una civilización herida, su aclamada trilogía sobre la India.
«Mi India no era como la de los ingleses o los británicos. Mi India estaba llena de dolor. Unos sesenta años antes mis antepasados habían hecho el larguísimo viaje desde India hasta el Caribe, de al menos seis semanas, y aunque apenas se hablaba de ello cuando yo era pequeño, a medida que fui haciéndome mayor empezó a preocuparme cada vez más. De modo que, a pesar de ser escritor, yo no iba a la India de Forster o de Kipling. Iba a una India que solamente existía en mi cabeza…»
La crítica ha dicho…
«La literatura de viajes de Naipaul, inteligente y subjetiva, conforma una narración directa del choque de civilizaciones.» The New York Times
«Esto es la India. No conozco otro libro que consiga capturar con tanta precisión esta locura… Brillante.» John Wain, The Observer
«Sus dotes de narrador son espectaculares… Uno regresa con placer a las revelaciones que se van desvelando a un tiempo sobre la India y sobre él.» The Times (London)
«Escriba en el género que escriba, Naipaul es un maestro.» The New York Review of Books
Prólogo
El viaje para Una zona de oscuridad siguió inmediatamente a la escritura de The Middle Passage. Por aquel entonces yo vivía, muy feliz, en el sur de Londres, y la sucursal de Streatham de una agencia se encargó de solucionar las complicaciones del viaje a la India, en avión y en barco. No resultaba fácil volver a fijar las fechas, y tuve que darme prisa con The Middle Passage para no perder las reservas para el libro posterior. Se me había ocurrido la idea de un libro como Una zona de oscuridad mientras escribía Una casa para el señor Biswas, una tarea que me llevó dos años, y en esa época en la que todo se movía más lentamente para mí empecé a tener la impresión de que llevaba demasiado tiempo dedicado a la ficción. La idea de otro género, el ensayo, empezó a parecerme una liberación y llegué a un acuerdo con André Deutsch para escribir un libro sobre la India, aunque hasta entonces había escrito muy poco ensayo y no podía decirse que supiera desenvolverme con las dificultades especiales del género.
Al fin estuve preparado para marcharme. Recuerdo un viaje invernal en tren por Francia y también recuerdo un caballo grande y blanco arando, una visión de doliente romanticismo. El resto de ese viaje a la India queda recogido en estas páginas. Antes de marcharme de Inglaterra había intentado colocar un par de artículos en un periódico inglés, sin éxito. Yo no era conocido. Solo recuerdo una carta de un periódico que decía que la India era «inagotable» y que les encantaría ver qué podía presentarles más adelante.
Quizá la India fuera inagotable, pero mi India no era como la de los ingleses o los británicos. Mi India estaba llena de dolor. Unos sesenta años antes mis antepasados habían hecho el larguísimo viaje desde la India hasta el Caribe, de al menos seis semanas, y aunque apenas se hablaba de ello cuando yo era pequeño, a medida que fui haciéndome mayor empezó a preocuparme cada vez más. De modo que, a pesar de ser escritor, yo no iba a la India de Forster o de Kipling. Iba a una India que solamente existía en mi cabeza. La India que encontré los primeros días era triste, simple y repetitiva, demasiado repetitiva para un libro, y empecé a pensar que André Deutsch no tendría su libro. Me salvó una inquietud más profunda que me acompañó durante todo el viaje, la preocupación de que después de Una casa para el señor Biswas hubiera agotado el material de ficción y de que la vida se me hiciera muy difícil en el futuro; quizá tuviera que dejar de escribir. Esa inquietud se manifestó de diversas formas, mentales y físicas, y una combinación de ambas. La que más me desgastaba era creer que iba a perder el don del habla. Estaba detrás de cuanto hacía, de todo cuanto aparece en las primeras páginas de Una zona de oscuridad. La India fue físicamente como un golpe. Exageré el calor, la sordidez, todo cuanto podía contribuir a mi descontento. Me planteaba cómo iba a aguantar el año que había pensado pasar en el país. Y como ya he dicho, sentía continuamente la imperiosa necesidad de empezar una novela, y no porque tuviera un tema, sino tan solo por hacer algo que me confirmara que aún seguiría siendo escritor.
Fui a Cachemira. Encontré un hotel rústico pero acogedor en el lago Dal, en Srinagar. Hacía más fresco; podía pensar más racionalmente; el lector de estas páginas averiguará cómo me organicé la vida allí. Y de repente tuve un poco de suerte. Se me ocurrió una idea para una novela y me dediqué durante tres meses a escribir esa novela. Ese trabajo fue una auténtica bendición. Me dio un punto de reposo; permitió que la vida de la India fluyera lentamente a mi alrededor, aportándome material para una narración india, que fue desarrollándose a medida que el asunto crecía en mi máquina de escribir. Sin esa tarea, ese punto de reposo, no habría podido quedarme en la India; me habría sentido demasiado mal; quizá tendría que haber vuelto a Inglaterra: un fracaso en todos los sentidos. Y es extraño recordar que fue ese pequeño relato, ese pequeño golpe de suerte, lo que hizo posible que continuara en la India y lo que dio lugar al crecimiento fructífero de los dos o tres años siguientes.
Después de ese golpe de suerte, Una zona de oscuridad se escribió solo. Yo podía ser tan flexible como quisiera. Podía volver al principio del viaje o a la historia de mi familia. Seguí desde Cachemira como rellenando, como ampliando un país que ya conocía a medias. Podía centrarme en lo grande o en lo pequeño; todo podía encajar; resultó una experiencia deslumbrante, y aunque después no se me ocurrió otra narración fácilmente, siguió acompañándome el recuerdo de esa escritura relajada, calibró mis posibilidades y contribuyó a que los siguientes ensayos o proyectos resultaran más manejables.
V. S. NAIPAUL