Ficha técnica
Título: Naturaleza de la novela | Autor: Luis Goytisolo | Editorial: Anagrama | Colección: Argumentos | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-339-6354-3 | Páginas: 200 | ebook: 12,99 € | PVP: 16,90 € | Publicación: mayo de 2013 | Premio Anagrama de Ensayo
Naturaleza de la novela
Luis Goytisolo
El novelista Luis Goytisolo, a partir de los años de la Transición, reunió sus artículos ensayístico-literarios en El porvenir de la palabra (Taurus, 2002). Una obra, justamente, en la que ya despuntan algunos de los temas que en el presente ensayo alcanzan su pleno desarrollo. Pero sólo aquí, en Naturaleza de la novela, el autor plantea y desarrolla los aspectos fundamentales a los que alude el título. ¿Qué es ese género literario llamado novela, lo que hoy entendemos por tal? ¿Cuándo se inicia? ¿Cuáles son sus orígenes y características? ¿Cuáles los factores directos e indirectos que propician su formación como género, los componentes incluso inconscientes que están en su gestación? ¿Por qué ahora parece haber entrado en crisis? Preguntas y respuestas, en algunos casos, que al lector se le harán evidentes y que sin embargo nadie había formulado hasta ahora. A modo de ejemplo, la distinción que Goytisolo establece entre novelistas bíblicos y evangélicos, según el autor en cuestión se halle más próximo -sin siquiera habérselo formulado- al modelo narrativo bien del Antiguo Testamento, bien del Nuevo; casi un juego.
Se trata de un ensayo escrito por un novelista, similar a los que escribieron Valéry, Huxley o T. S. Eliot, y que Goytisolo tanto valora. Y si los mejores críticos suelen ser mediocres novelistas, los novelistas y poetas pueden llegar a ser excelentes críticos en la medida en que perciben los problemas desde dentro.
Algo que sin duda ha conseguido Luis Goytisolo con esta obra: un ensayo sobre la novela que se lee como una novela.
PÁGINAS DEL LIBRO
Siempre he tenido la impresión de que lo que hoy entendemos por novela, más que un género autónomo, de rasgos claramente definidos y de formación y desarrollo perfectamente delimitados en el tiempo, tiende a ser considerado un producto de aluvión, fruto residual de la evolución de una serie de géneros hoy desaparecidos, epopeya, cantares de gesta, leyendas, libros de caballerías, etc. Es decir: un género de contornos desdibujados, a diferencia, por ejemplo, de la poesía o el teatro, cuya mera mención evoca un concepto incuestionable.
Cierto es que la poesía del mundo clásico poco tiene que ver con la medieval o que Góngora tiene poco que ver con T. S. Eliot, pero por diversos que sean entre sí o afines a nosotros en mayor o menor grado esas formas de entender la poesía y esos poetas, su pertenencia a un mismo género no ofrece duda. Lo mismo puede decirse del teatro, por más que Shakespeare no suponga precisamente una continuación de los trágicos griegos. En cambio, lo que en la antigüedad se denominaba novela, la novela alejandrina, la novela pastoril o el relato oral, esos cuentos que se transmitían de boca en boca, de país en país, de siglo en siglo, sometidos a inevitables mutaciones, no guarda relación alguna con lo que hoy entendemos por novela, un género desarrollado a partir de la Edad Moderna. La escasa relevancia de todos sus precedentes explicaría que, a diferencia de otras artes, la novela carezca de Musa.
Hasta cierto punto se trata de una cuestión de nombres. Lo que hoy entendemos por novela se fue forjando aquí y allá como cristalización de diversas formas de relato, hasta configurar un género nuevo, hará poco más de cuatrocientos años. Un caso parecido al de su coetáneo el ensayo, otro género nuevo, distinto de los escritos filosóficos o memorialísticos del mundo clásico.