Ficha técnica
Título: La invasión de los marcianitos | Autor: Martin Amis | Editorial: Malpaso | Formato: Tapa dura | Tamaño: 14x21cm | Páginas: 160 | ISBN: 978-84-15996-77-4 | Precio: 17,50 euros
La invasión de los marcianitos
Martin Amis
Un ensayo ameno y divertido sobre los primeros videojuegos en el que Martin Amis confiesa su adicción a las máquinas tragaperras de principios de los ochenta y les rinde homenaje con singulares guías de autor.
A principios de los años ochenta, las ciudades de todo el mundo se vieron invadidas por un ejército de extraterrestres dispuestos a librar combates en las pantallas de los videojuegos. Martin Amis, uno de los escritores británicos más celebrados de la actualidad, se convirtió en un auténtico adicto a esos combates virtuales y recorrió bares, salones recreativos y lugares de lo más variopinto en busca de la última novedad y de nuevos retos. En este libro se relata la experiencia del autor y se retrata la sociedad de principios de los años ochenta, una época en que la tecnología, la información constante y la fascinación por el espacio empezaron a formar parte de la vida cotidiana de las personas.
La invasión de los marcianitos, que Malpaso publica por primera vez en castellano, incluye una guía realizada por el propio Amis de los juegos que marcaron esa época: PacMan, Space Invaders, Donkey Kong o el clásico Asteroids de Atari.
« Escarmentad con la terrorífica odisea del joven Martin por los salones recreativos de medio planeta.», dice Steven Spielberg en la introducción del libro.
« Pocos escritores ingleses se atreverían a llegar tan lejos como Martin Amis, y serían aún muchos menos quienes obtendrían tan espléndidos resultados.» John Banville.
« Martin Amis es el novelista más original de su tiempo.» David Lodge.
La invasión de los marcianitos
Parece que una nueva administración gobierna de pronto este planeta (precisamente). En bares, tabernas, restaurantes, heladerías, puestos de kebab, tiendas de discos, aeropuertos texanos, vestíbulos de hoteles bengalíes, bazares eróticos escandinavos, clubs nocturnos parisinos, boliches del Greenwich Village, salas de espera odontológicas, boutiques unisex y otros recintos terrícolas (sin excluir, por supuesto, los espacios recreativos transglobales donde pálidos adictos matan el tiempo colgados cual murciélagos mutantes) podéis contemplar las centellas efervescentes de un millón de guerras galácticas, encuentros en la tercera fase, invasiones de ultracuerpos, noches de los muertos vivientes o increíbles hombres menguantes: todo ello ocurriendo ante nuestros ojos.
Las urgencias de los hospitales urbanos luchan contra una epidemia de dolencias tan llamativas como novedosas: codo de asteroide, dedo de comecocos, espina galáctica, disco de ciempiés (sabe Dios qué hacen esas entidades con nuestros ojos). Las comisarías archivan voluminosos informes sobre delitos relacionados con los marcianitos: recientemente, un chiquillo inglés le birló a su padre el dinero del paro y a su abuelita los ahorros funerarios para dedicar la suma a varios miles de partidas en la confitería local. (Las maquinitas también han fomentado el negocio de la prostitución infantil: los críos se ofrecen por un par de partidas de Astro Panic o lo que sea. Ampliaremos este escabroso tema.) La invasión tiene a veces repercusiones nacionales, geopolíticas: dos años atrás, la fiebre del videojuego causó una dramática escasez de monedas en Japón, país donde siempre ha habido toneladas de calderilla. El tráfico de jueguecitos espaciales mueve más dinero en todo el mundo que el cine o la música.
No caben dudas al respecto: los marcianitos nos han invadido.