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Ficha técnica

Título: Historia del erotismo | Autor: Georges Bataille | Traducción: Javier Palacio Tauste | Editorial: Errata Naturae | Colección: La muchacha de dos cabezas | Formato: 14×21,5 | Páginas: 208 | ISBN: 978-84-15217-75-6 | Precio: 18 euros

Historia del erotismo

ERRATA NATURAE

Georges Bataille ha pasado a la historia como uno de los grandes pensadores y escritores del siglo XX, una voz imprescindible para el estudio de disciplinas tan diversas como la literatura, la sociología, la filosofía o la economía, desde una perspectiva heterodoxa, renovadora y fecundamente crítica. Pero, sin duda, el nombre de Georges Bataille ha quedado indefectiblemente ligado a un concepto funda­mental: el erotismo. Bataille es uno de los grandes escrito­res de la literatura erótica de todos los tiempos y uno de los más importantes estudiosos de la historia de la sexua­lidad y sus formas.

Este volumen, inédito hasta la fecha en castellano, fue concebido como continuación de La parte maldita, un en­sayo que reinterpretaba los ámbitos de la filosofía, la eco­nomía y la historia desde la noción de «exceso». Y es este mismo concepto el que guía la lectura de Historia de la sexualidad, con la que el autor realizó su primera aproxi­mación a la cuestión del erotismo a través de una serie de nociones (incesto, prohibición, transgresión, deseo, desnudez, prostitución, matrimonio, etc.) que más tarde desa­rrollaría en obras como Las lágrimas de eros y El erotismo.

Así, alejado de todo historicismo, esta lúcida y paradó­jica historia de la sexualidad es un intento radical de asomarse a lo insondable, de entender el más ilegible de los mis­terios humanos, de detener por un instante ese movimiento violento y perpetuo que conforma el deseo, que tanto nos susurra nuestra irrenunciable animalidad como nos re­cuerda nuestra naturaleza política y mortal.

Prólogo

… pronto estaremos definitivamente unidos. Me extenderé con los

brazos abiertos, te abrazaré y me revolcaré contigo entre grandes

secretos. Nos perderemos y nos volveremos a encontrar. Ya no habrá

nada que nos separe. ¡Lástima que no puedas presenciar esa

felicidad!

Maurice Blanchot

I 

Los seres humanos menos cultivados y de extracción más humilde demuestran un conocimiento de lo posible, e incluso de la totalidad de lo posible, cercano, por su profundidad e intensidad, al de los grandes místicos. Sólo se requiere cierta energía, disponible en abundancia, al menos en los primeros años de la edad adulta. Pero esa intensidad y esa profundidad van a la par con la necedad, la vulgaridad, e incluso, justo es reconocerlo, con la fealdad de los juicios que suelen formarse con respecto a lo posible experimentado en carne propia. Esos juicios contribuyen al fracaso último de una operación cuyo sentido se les escapa. Resulta de lo más corriente: por casualidad, un ser humano se encuentra en algún lugar de incomparable belleza, y sin que podamos considerarlo una persona insensible se descubre incapaz de expresarse, a la vez que se produce en su mente esa concatenación de banalidades de las que se nutren normalmente sus conversaciones. Cuando se trata de la vida erótica, la mayor parte de nosotros se conforma con los tópicos más vulgares. Su aparente ordinariez constituye una trampa en la que raro es no caer, convirtiéndose en motivo de indiferente desdén. Otras veces se niega su horrible apariencia para pasar del desdén al tópico: «No hay nada vergonzoso en la naturaleza», afirman entonces. Sea como fuere, siempre nos las arreglamos para disimular semejante vacuidad intelectual en esos momentos en los que, sin embargo, teníamos la impresión de que el velo estaba a punto de rasgarse.

Con este libro he querido desplegar un pensamiento a la medida de esos momentos, alejado de la terminología científica (que aportaría un modo de ser incompatible con su objeto) y no obstante riguroso hasta el extremo, como exige un sistema intelectual coherente capaz de acceder a la totalidad de lo posible.

La reflexión humana no puede apartarse con indiferencia de un objeto que le afecta como ningún otro. Precisamos de un pensamiento que no vacile ante el horror, de una conciencia de sí que no retroceda a la hora de explorar a fondo su propio campo de posibilidades.

II

Mi intención, por otra parte, va más allá del deseo de compensar un hecho humillante, como es que los hombres se aparten de su verdad más íntima, que quieran ocultarla. Este segundo volumen(1) prosigue una labor cuyo objeto es una crítica general de las ideas que subordinan la actividad humana a otros fines diferentes al consumo(2) inútil de sus recursos. De lo que se trata es de suprimir los puntos de vista sobre los que se fundamentan las concepciones serviles.

Siempre me ha parecido que el pensamiento servil, su sujeción a unos fines útiles, en una palabra, su dimisión, acaba siendo peligroso en extremo. En efecto, el pensamiento político y técnico de la actualidad, caracterizado por una suerte de hipertrofia, nos ha arrastrado al plano de los fines útiles con unos resultados en última instancia irrisorios. No vale la pena pretender esconderlo: se trata finalmente de un fracaso humano. Es cierto que ese fracaso no afecta a todos los hombres por igual. El hombre  servil es el único cuestionado, pues aparta la mirada de todo cuanto no es útil, de todo cuanto no sirve para algo.

Pero ese hombre servil detenta hoy, en todas partes, el poder. Y aunque es cierto que no ha reducido todavía a la humanidad entera a sus principios, tampoco deja de serlo que no se ha alzado ninguna voz que denuncie verdaderamente el servilismo y señale lo que haría inevitable su quiebra… Lo cual no es tarea sencilla… Hay dos hechos comprobados: nadie ha sido hasta el momento capaz de negar el derecho del hombre servil a ostentar el poder, ¡y, sin embargo, su fracaso ha alcanzado dimensiones monstruosas!

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(1) Historia del erotismo, redactada entre el invierno de 1950 y el verano de 1951, se concibió como continuación de La parte maldita, publicada en 1949 (N. del T.).
(2) Bataille utiliza a lo largo del libro, como en otras de sus obras, el término consumation, traducible por «consumo», pero en el sentido de consumición, de destrucción total y completa, como por obra del fuego. Esta noción de consumo es, por tanto, ajena, sino opuesta, a como la entienden las sociedades contemporáneas en el contexto del capitalismo (N. del T.).

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