Ficha técnica
Título: El sabio camino hacia la felicidad | Autor: Carlos García Gual | Editorial: Ariel | Colección: Ariel Filosofía | Formato: 14,5 x 23 cm. | Presentación: Rústica con solapas | Fecha: may/2016 | Páginas: 176 | ISBN: 978-84-344-2379-4 | Precio: 18,90 euros | Ebook: 12,99 euros
El sabio camino hacia la felicidad
Carlos García Gual
Una inscripción del último epicúreo que completa lo que sabemos de la filosofía epicúrea, una invitación a la felicidad terrestre y a la amistad y el hedonismo.
¿Quién fue ese Diógenes que, a mediados del siglo II d.C. tuvo la pintoresca idea de hacer construir un muro enorme de piedra -con sus noventa metros de largo y cuatro o cinco de alto- en la plaza de su ciudad natal, para inscribir en él un resumen de la doctrina de Epicuro?
El gran muro sería destruido algunos decenios después de su construcción y el intento de su promotor, este Diógenes, viejo epicúreo de ánimo jovial, ciudadano de Enoanda, quedó así frustrado y pronto olvidado.
Recuperado en gran parte en el siglo XIX, García Gual realiza en este libro la primera traducción de estos textos al castellano; una obra que es una llamada a la felicidad fácil y serena en esta vida, terrestre y limitada, que producida ya en tiempos convulsos, no muy diferentes a los nuestros, posee una bella y suave melancolía.
LA GRAN INSCRIPCIÓN DE ENOANDA
Física
1
[Diógenes de Enoanda: Epítome sobre la sensación y la naturaleza.]
2
[Al observar que la mayoría de la gente sufre por las falsas nociones sobre las cosas y no escucha al cuerpo] cuando les ofrece sus importantes y justas [acusaciones] contra el alma, alegando que es injustamente atormentado y maltratado por el alma y presionado hacia cosas que no son necesarias, porque los deseos del cuerpo son pequeños y fáciles de saciar, y el alma también puede vivir bien compartiendo ese disfrute, mientras que los del alma son a la par grandes y difíciles de lograr y, además de no ser provechosos a nuestra naturaleza, suponen auténticos riesgos, de modo que, reasumiendo lo que estaba diciendo, viendo a cuantos estaban en ese estado de ánimo, me compadecí de su vida y lloré por la pérdida de su tiempo y vine a considerar como deber de un hombre de bien acudir a socorrer con afecto humano, en la medida que está a mi alcance, a las personas de buen juicio. Ésta es la razón primera de esta inscripción.
Digo, por un lado, que el vano temor a la muerte y a los dioses os angustia a la mayoría de vosotros, y, por otro, que lo que produce la alegría de verdad duradera no son ni los teatros ni los espectáculos, ni los baños ni los perfumes ni los ungüentos que dejamos del todo para las masas vulgares, sino el estudio de la naturaleza…(1)
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(1) La palabra griega usada es physiología