
Ficha técnica
Título: El Héroe y el Único | Autor: Rafael Argullol| Editorial: El Acantilado Páginas: 470 Fecha de publicación: febrero 2008 | Género: Ensayo | Precio: 24 € | ISBN: 978-84-96834-32-3|
El Héroe y el Único
Rafael Argullol
En El Héroe y el Único, Rafael Argullol se adentra en el brillante mundo conceptual del Romanticismo, concentrándose en un elemento esencial de la concepción romántica del hombre: la relación entre la figura del héroe, epítome del propio ser humano, y el horizonte trágico que se revela como su fundamento. Para ello, toma como interlocutores a tres poetas decisivos, Hölderlin, Keats y Leopardi, y sigue el hilo poético-filosófico que los une, vinculándolo con el saber trágico de los antiguos griegos. El resultado no es solamente una investigación sobre la imagen del hombre en la Antigüedad o el Romanticismo, sino una honda reflexión sobre la humanidad contemporánea en el contexto de la gran pregunta romántica sobre la libertad.
Extracto del libro: Prólogo
Escrito hace treinta y cinco años, y publicado por primera vez en 1982, El Héroe y el Único fue para mí una experiencia de hondo calado, tanto por el esfuerzo que me exigió como por la novedad de dicho esfuerzo. Nunca antes me había enfrentado a un texto de esa envergadura y, en consecuencia, a la sospecha de estar afrontando un proyecto excesivamente ambicioso. Pero en la misma medida en que la experiencia se convertía en experimento, y entre las horas de escritura afloraban interrogantes impensables, las dudas suscitadas abrían paso a estímulos más y más poderosos.
Entre todos ellos el de mayor importancia fue, sin duda, descubrir hasta qué punto lo que se me revelaba en el plano teórico significaba, simultáneamente, un aprendizaje para mi vida. En la actualidad sé perfectamente que no me atrae en absoluto el autismo intelectual que desvincula ambos planos, proporcionando tantos libros inservibles para uno y para otro; pero entonces me resultaba prodigioso acceder a ideas que contribuían a consolidar nuevas visiones del mundo. Lo que denominábamos cultura era una conversación, la única perdurable, de la existencia consigo misma.
En consonancia el núcleo de El Héroe y el Único está vinculado a una determinada percepción de la existencia que, en cuanto a tal percepción, es indefinible e irreductible a los conceptos y categorías, pero que, inmersa en el seno de aquella conversación, encuentra sus interlocutores en la historia del pensamiento y del arte. El hilo trágico al que se alude repetidamente en el libro sería, así, el hilo invisible que cruzaría épocas y generaciones para transmitir un saber sobre el hombre, en ocasiones encarnado en la filosofía, en ocasiones en la poesía o en las diversas manifestaciones artísticas. La manifestación de este saber en la cultura moderna es el objetivo nuclear del libro. En él, ante la obligación de poner nombres, se le llama saber trágico o saber heroico-trágico. Sin apartarse del mismo hilo en libros posteriores míos ha resurgido con otros títulos: saber nómada, sabiduría del acecho, sabiduría de la ilusión…
El Héroe y el Único no fue, por tanto, una «revisión del Romanticismo», cuestión que en sí misma apenas me interesaba, ni un estudio filosófico-filológico sobre la modernidad, que sí me interesaba pero no preferentemente, sino, por encima de todo, un ejercicio sistemático de búsqueda de interlocutores, desarrollado a modo de círculos concéntricos: Hölderlin, Keats y Leopardi, en primer lugar; la «atmósfera» romántico-moderna, después; y, al fin, viajando hacia el origen, los autores antiguos griegos, herederos de aquel hilo trágico que procedía de palabras todavía más antiguas y admirables tejedores del saber que hemos recibido.
Treinta y cinco años después gran parte de este ejercicio continúa pareciéndome válido, si bien no es el tipo de libro que ahora escribiría, sea porque mi horizonte actual es distinto, sea sencillamente porque ya lo escribí. Independientemente de la fortuna de recepción que haya podido tener el texto en los demás para mí El Héroe y el Único significó un «ensayo general» de batallas posteriores. Experiencia y experimento al unísono, en él reconozco, todavía hoy, las fuentes y los enigmas que, luego, han rebrotado en otros escritos.
Ser un aprendiz del hilo trágico -aquel que, por sus propias características, no admite maestros- me ha proporcionado la mayor satisfacción intelectual y me ha ayudado a comprender que, aunque sea a través de una estrecha y misteriosa grieta, nos podemos contemplar a nosotros mismos como seres libres. Y que vivir es atreverse a mirar por esa herida abierta en la pared del destino.
r. a.