Bambú

William Boyd

EDITORIAL DUOMO

La reconocida y premiada trayectoria novelística de William Boyd reitera la veracidad de este antiguo proverbio chino. Desde Un buen hombre en Africa, Boyd ha dedicado casi tres decenios a la investigación y a la escritura para sus diversos proyectos como novelista, guionista y director de cine. Su infancia poco convencional como hijo de un médico escocés que creció entre Ghana y Nigeria, y el periodo que residió en Francia, han enriquecido su obra con una visión particularmente reveladora de la vida moderna en Europa. De Charles Chaplin y su proverbial sobriedad hasta el Festival de Cannes; de su admiración a Cyril Connolly hasta las excentricidades de Waugh; de su amistad con el escritor ejecutado por el gobierno nigeriano Ken Saro Wiwa hasta los motivos que llevan a Edmund Wilson, Katherine Mansfield o al propio Boyd a llevar diarios íntimos; de un misterioso asunto de las Galápagos o de ser un niño blanco en un África poscolonial, hasta la verdadera personalidad de la duquesa de Windsor; esta fascinante recopilación ofrece un panorama de las inquietudes -y la vida- de uno de los mejores novelistas británicos (circa Granta 1982) de nuestro tiempo.

Publicados por primera vez en español, Bambú recopila estos textos sobre literatura, arte, fotografía, cine y televisión, pero además aquellos que dedica a gente que ha conocido, lugares que ha visitado y reflexiones autobiográficas, que tratan su niñez en África o su profesión como novelista. De Charles Chaplin y su proverbial capacidad ahorradora al Festival de Cannes; de su profunda admiración hacia Cyril Connoll a las obsesiones de Waugh o los motivos que llevan a escribir diarios íntimos a escritores como Edmund Wilson, Katherine Mansfield o al propio Boyd; del misterioso asunto de las Galápagos y la comunidad que allí vivió a la verdadera personalidad de la duquesa de Windsor, esta fascinante colección brinda una visión completa de la obra de uno de los más reputados novelistas británicos de nuestro tiempo. 

la hormiga león construye sus trampas en terreno arenoso. Logra modelar, sin que se llegue a saber cómo, un cono invertido de geometría perfecta. En el vértice del cono hacia el que vierten todas sus paredes acecha la hormiga león, enterrada, invisible, a la espera de cualquier insecto de pequeño tamaño que caiga en el interior. Cuando esto sucede, la hormiga león al principio no hace un solo movimiento. Las paredes del cono son tan lisas, y los granos de arena de que están compuestas son tan finos, que sólo un insecto de gran calibre podría agarrarse y encontrar asidero. A medida que las víctimas de pequeño tamaño se retuercen, se resbalan, se desprenden al final de las paredes en pendiente que forman el cono, la hormiga león escupe -o remueve- más arena que les arroja encima, obligándolas a caer siempre hacia el vértice del cono invertido, en donde son arrastradas bajo la arena y al final devoradas. 

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