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Un romántico a morir

Por 19 de noviembre de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

El reportaje de Rodolfo Braceli a Leonardo Favio que apareció en adn, la revista cultural de La Nación, me conmovió hasta las lágrimas. Empezando por el hecho de que le dedicasen la tapa. Puede que haya ocurrido otras veces pero no lo recuerdo: sí, Favio salió mil veces en la portada de los suplementos de Espectáculos, pero en Cultura… Es fácil entender la razón, Favio siempre rompió moldes: fue actor, cantante popular -de esos que hacen que las chicas se tiren de los pelos- y también cineasta, que es como yo lo conozco. Uno de los más grandes de la Argentina, si no el más grande. Pocas películas más tiernas y terribles que Crónica de un hombre soloCrónica de un niño solo y El romance del Aniceto y la Francisca. Pocas películas más bellas y épicas que Juan Moreira. Pero como siempre fue peronista, y como su obra se mantuvo próxima al calor de los géneros populares, la consagración y el respeto indiscutidos -que no así la popularidad, que lo quiso desde joven- tardaron en llegarle.

Qué bonita la charla con Braceli… Le da a uno la sensación de estar allí, compartiendo el mate. Y oyendo esas cosas que Favio deja caer y que hacen que uno sienta todavía más ternura al rever su obra. Favio el hijo del fiolo de origen sirio -aquí le decimos fiolo o cafishio a aquel que vive de las mujeres- y la artista Laura Favio. (La anécdota sobre la muerte de su padre es imperdible: "Era muy atorrante. Murió a los 33. Una úlcera perforada, lo operaron, sintió sed y se tomó el agua de un florerito. Adiós".) Favio el grande de la cultura argentina que tiene pesadillas en las que vuelve a sufrir miseria. ("Tengo metido en los huesos el miedo a que me humille la pobreza".) Favio el artista que no le teme a su sensibilidad, consciente de que es toda la riqueza con la que cuenta. Aquí no hay muchos que se atrevan a decir que llorar "es lo más lindo del mundo". El loco de Favio está considerando llamar a su nueva película -una versión de El romance llevada al ballet- con este título: Aniceto, una película romántica a morir. Sólo él puede hacer algo así y mirar a la gente a los ojos, sin guiños irónicos ni afectaciones posmodernas.

Favio es de esos tipos que pueden hablar de Dios y al instante saltar a la cuestión más prosaica, sin cambiar nunca de tema. "¿Sabías que los árabes se bañan con arena? …En el desierto se limpian la cola con arena. Y no sólo eso, cuando llega el momento de orar se lavan las manos y la cara con arena… De pibitos jugábamos en el río. Yo, el Negro Cacerola, hacíamos todo ahí y nos limpiábamos con arena… Era finita…" Ahí está todo el universo Favio: Dios, la cola, la arena y el Negro Cacerola, todas expresiones del amor que está en el ADN del universo. "Hay algo que reflexiono mucho, y es que verdaderamente Dios amó, porque sin eso no habría sido posible semejante obra".

Se podría decir también que Favio amó mucho, porque de otro modo no podría haber hecho las películas que filmó y ojalá siga filmando. Películas que necesitamos como el aire, porque nadie más que Favio las hace. Es preciso y verdadero lo que le apunta Braceli: "El canon argentino, solemne, acomplejado y estreñido de corazón, margina todo lo que se roce con la emoción y la ternura. Vos, Favio, como nadie, has sido consagrado pese a ir siempre por el lado más explícito de la ternura". Ese afecto con el que trató siempre a personajes que tanta gente consideraría desangelados: el niño solo, Aniceto, Moreira, Nazareno Cruz, Gatica, que a pesar de que nacieron condenados a perder no pueden evitar hacer o crear algo bello a su paso, para dar testimonio de ese ADN de amor que todos portamos -y del que tan pocos se hacen cargo.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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