
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
En un artículo difundido ayer por el Washington Post, Alec MacGillis escribió: ‘El Presidente Obama, que arrasó en su camino hacia la Casa Blanca con un mensaje de esperanza e inspiración, está batallando para lidiar con una emoción muy diferente entre los americanos -la furia’.
Rabia comprensible, por cierto. Mientras decenas de miles de trabajadores pierden su empleo y otros tantos se despiden de las casas que nunca terminaron de pagar, las noticias sobre el descaro de la clase dirigente -empezando por los empresarios y financistas, y continuando con los servidores públicos y los políticos- tienen el mismo efecto de la gasolina sobre el fuego. Miles de millones pagados durante 2008 en Wall Street a modo de bono, por administraciones que ni siquiera produjeron ganancias. Un ejecutivo de Merrill Lynch gastando 35.000 dólares en una cajonera para su oficina. Los ejecutivos de las automotrices yendo a demandar dinero al Congreso en aviones privados…
Obama habló de ‘avaricia e irresponsabilidad’ durante su discurso inaugural y la semana pasada dijo que los bonos de Wall Street eran ‘vergonzosos’. Pero a pesar de su intención de liderar lo que definió como ‘una nueva era de responsabilidad’, sus mismas elecciones en materia de gabinete le han devuelto al rostro (¡como torta de crema!) el grado de corrupción con que el Gran Dinero penetró en las filas de los políticos, legisladores y profesionales. Ni Timothy Geithner -confirmado como Secretario del Tesoro- ni Tom Daschle, que debió bajarse de su candidatura para el área de Salud, son billonarios, pero sus impresentables declaraciones de impuestos son una muestra clara que la cultura del ‘amiguismo’ entre Wall Street y Washington -un favorcito aquí a cambio de un privilegio allá- ha envilecido hasta a los servidores públicos considerados más presentables. Ahora, aquí entre nosotros: no termino de entender el criterio que permitió a Geithner pasar el filtro de la nominación y en cambio se cobró la candidatura de Daschle. ¿No debería haberse retirado Geithner del proceso, antes de que su confirmación embarrase a la administración Obama?
MacGill sostiene que, consciente de la furia creciente entre los votantes, Obama está buscando ‘el tono adecuado para poner en caja a los transgresores sin cruzar el punto a partir del cual espantaría a la clase dirigente’. Todos tenemos la sensación de que Obama es un tipo realmente centrado, pero no me extrañaría enterarme de que la emprendió a patadas con los muebles del Despacho Oval y arrojó un televisor por la ventana al mejor estilo Pink Floyd en The Wall. Debe ser muy frustrante sentir que tanto los ricachones como la gente que considerabas tu aliada -he ahí el caso de Daschle- está poniendo en riesgo todo tu capital político y por ende tu única chance de aliviar un poco la carga de millones de americanos.
En todo caso le propongo a Obama una actividad catártica: que se baje de internet el remix que RevoLucian hizo a partir de un ataque de furia del actor Christian Bale, en el set de Terminator: Salvation. (Bale se la agarró con el director de fotografía, pero es difícil saber si estaba en su derecho: la grabación -difundida con toda malicia- sólo recoge las palabras que virtió sobre su micrófono inalámbrico.) Es fácil encontrarla en YouTube: tipeen Bale Out – RevoLucian’s Christian Bale Remix! Una vez bajada, Obama podrá llamar a las casas de Daschle y de Geithner y de cuanto millonario y ejecutivo figure en su BlackBerry y dejarles grabado en el contestador el leit-motiv de la canción: ‘What the fuck is it with you? …What don’t you fucking understand? …You’re trashing my scene!‘
O sea, en castizo: ‘¿Qué mierda te pasa? ¿Qué mierda es lo que no entiendes? ¡Estás arruinando mi escena!’