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Sin anestesia

Por 25 de marzo de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Fui uno de tantos que en su momento detestaron Crash, la película de Paul Haggis, y que en consecuencia se quedaron mudos cuando le dieron el Oscar a la mejor película. Ahora volví a quedarme mudo en presencia de su nuevo film, In the Valley of Elah (que aquí en la Argentina se estrenará con el inadecuado título de La conspiración), pero por motivos completamente opuestos. In the Valley of Elah es un drama que no cae en ninguna de las trampas -porque eso eran, trampas: argumentales, sentimentales, políticas- de su predecesora. Su protagonista, Tommy Lee Jones, debería haber sido nominado este año al Mejor Actor, en vez de la candidatura a Mejor Actor de Reparto que obtuvo por No Country For Old Men. Seguramente habría perdido igual con Daniel Day Lewis, cuyo desempeño en There Will Be Blood está siempre al límite del desborde. Pero la actuación de Jones en Elah habría merecido cuanto menos una mención de honor: contenida hasta el límite del minimalismo, es aun así el corazón mismo del relato que protagoniza.

Basada en la historia real de Richard Davis, un veterano de Irak que fue asesinado en los Estados Unidos en el año 2003, In the Valley of Elah se concentra más bien en Lanny Davis, su padre, a quien Haggis rebautiza Hank Deerfield (Jones). Ex policía militar, actualmente retirado, Deerfield recibe un llamado oficial que le informa que su hijo ha desaparecido. Al principio piensa que ha desaparecido en el frente iraquí, pero de inmediato se le informa que su hijo Mike había regresado a los Estados Unidos días atrás. Sorprendido por el hecho de que Mike no le hubiese informado de su vuelta, Deerfield emprende su propia búsqueda. No tarda en enterarse de que su hijo ha sido asesinado, y del modo más brutal: a puñaladas, descuartizado y quemado en un pastizal.

Al tiempo que investiga el crimen por las suyas, Deerfield va comprendiendo cuán diferente era el Mike de los últimos tiempos al chico que creyó criar. Elah narra con gran economía lo que la guerra en Irak (yo sé que todas las guerras son iguales, pero parafraseando al Orwell de Animal Farm, es preciso aclarar que algunas son más iguales que otras) ha producido en el alma de los soldados americanos: no sólo de Mike, sino también en el de sus compañeros de compañía y amigos del alma. Al mismo tiempo Haggis nos fuerza a contemplar los hechos a través de los ojos desapasionados y prácticos de Deerfield, que escapa por naturaleza del sentimentalismo (algunos encontrarán fría la reacción ante el crimen de su hijo, pero la actuación casi zen de Jones sugiere otra cosa bajo su fachada impermeable) para preguntarse qué ocurrió en verdad y qué se puede hacer con las barajas que nos han tocado. En este sentido, Elah me parece infinitamente superior al nihilismo cool de No Country For Old Men. Como su personaje principal, no rehuye nunca el drama que vive pero tampoco deja de preguntarse qué se puede construir, qué se debe construir aunque no se cuente con más material que hueso y cenizas.

Me pareció un drama sólido, convencido de la elocuencia del caso que presenta al punto de no necesitar de discursos ni de escenas gratuitas. (Aquella que escamotea el instante en que Deerfield informa del crimen a su mujer es modélica: sólo advertimos que ella ha derribado la mesa del teléfono cuando la conversación está a punto de terminar.) No es de extrañar que el público americano le haya vuelto la espalda en su momento: In the Valley of Elah es dolorosa y no ofrece analgésicos.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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