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Blogs de autor

¿Quién protege al espectador?

Por 25 de agosto de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

El sábado por la noche vi por TV una de las escenas más perturbadoras de mi vida. En medio del zapping pasé por uno de esos -tantos- programas que se dedican a refritar imágenes de otros programas: TVR, sigla que correspone a Televisión Registrada. En medio de un ‘informe’ sobre el caso Grassi (en TVR se le llama ‘informe’ al refrito de imágenes de la semana con otras de archivo, de acuerdo a una línea editorial que se modifica de acuerdo al humor del productor), aparecieron unas escenas tomadas de, según creo, un programa llamado Policías en acción. (No puedo saberlo a ciencia cierta, dado que la pegatina de imágenes no especifica las fuentes.) El caso Grassi, por si no están al tanto, es lo que está en juego en un juicio que acaba de comenzar: la acusación que pesa sobre un sacerdote católico llamado Grassi -un personaje adicto a los medios, responsable de una fundación millonaria llamada Felices Los Niños y beneficiario de gente nefasta como Menem, Cavallo & Co.-, a quien se señala como victimario en diecisiete casos de abuso de menores a su cargo.

Perdonen la torpeza del relato, la indignación nunca procede de modo ordenado. Como parte del collage de imágenes armado para condenar a Grassi (yo supongo que le cabe responsabilidad, pero no deja de asustarme la facilidad con que los medios primero y la sociedad después condenan públicamente a un hombre, con procedimentos histéricos que recuerdan, salto tecnológico mediante, a Las brujas de Salem), aparecieron estas imágenes que supongo -perdón si me equivoco- pertenecían a Policías en acción. La escena era la siguiente: noche cerrada, sitio al aire libre, policías que se aproximan, con las cámaras registrando sus movimientos, a un grupo de tres. Dos adultos, un niño pequeño. (¿Ocho años, tal vez?) Lo primero que se ve es que los policías interrogan a los adultos. Uno de ellos se reivindica como padre del niño. Y al instante -o corte mediante, en edición se pueda hacer casi todo-, el niño empieza a llorar desconsolado y dice a los policías que los dos adultos le estaban ‘tocando el culo’. Con angustia cada vez mayor, el niño trata de preservarse de futuros daños pidiendo ayuda a los policías. El adulto que no era su padre hace una cosa que no por abyecta deja de ser común: dice que el juego era recíproco, que el niño también le estaba ‘tocando el culo’ a él -equiparando responsabilidades, como si eso fuese posible entre una criatura y un hombre. Pero el llanto del niño se vuelve desesperado cuando comprende que, por obra de lo que acaba de verbalizar, su padre será detenido por los policías./upload/fotos/blogs_entradas/grafico2_policias_en_accion_med.jpg

No puedo explicarles mi propia angustia, derivada de la momentánea imposibilidad de saber qué había sido de ese niño. Como estas imágenes estaban ahí tan sólo para cargar las tintas en contra de Grassi, al productor de TVR no le interesó proporcionar esta información al espectador; le habrá parecido innecesaria para su cometido. Lo cierto es que los pequeños ‘cuidados’ que se aplicaron a las imágenes -por ejemplo el borrado digital de los rasgos de los protagonistas- sonaban a comentario irónico. Ya quedó claro que Policías en acción -insisto, si es que no me equivoco al suponer que ese programa era la fuente- y TVR estaban protegiéndose legalmente de una potencial demanda por incriminar a gente inocente. La pregunta que me queda picando es simple: ¿quién protege al espectador?

Quizás sea inútil quejarse por las cosas que aparecen en pantalla. Este año mismo la TV argentina difundió hasta el hartazgo escenas de la humillación que sufrió Charly García al ser detenido, que por añadidura degradaban a quien las viese. Pero qué quieren que les diga: en estos tiempos de medios hiperpoderosos que se arrogan la representación de ‘la gente’, es más necesario que nunca pedirles que dejen de abusar de ella.

Por eso mismo, lo más extraordinario ocurrió a continuación de ese ‘informe’. Al volver a estudios, el invitado de turno -un filósofo llamado Tomás Abraham- criticó delante de los conductores la emisión de semejante material. No sólo ubicó el caso Grassi en un marco más amplio, y por lo tanto menos facilista, al centrar su preocupación en el estado de las 6300 criaturas de las que la fundación Felices Los Niños se ocupaba. ¿Alguien sabe cómo están, cómo viven, si se siguen ocupando de ellos? Yendo todavía más lejos, Abraham vinculó su indefensión a la situación de millones de otros niños que viven entre la precariedad y abyección en el país que idolatra a los empresarios ganaderos que defienden su derecho a enriquecerse aún más -esta última definición corre por cuenta mía. Y terminó diciendo: ‘Esto no habría que haberlo mostrado’.

Que alguien se presente en un medio y no sucumba a la tentación de adularlo todo por el simple hecho de haber sido invitado, me pareció inspirador.

Alguien tiene que decir que el emperador está desnudo. Alguien tiene que decirles que hay cosas que no se pueden, no se pueden, no se pueden hacer.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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