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¿Qué clase de latinos triunfan en USA?

Por 26 de julio de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Dice el diario El País que dice la prensa mexicana que dice la revista Fortune (en estos días las cosas son así, la experiencia directa es algo que se trata de evitar: ¡tan desagradable y tan dañina, parece, como los cigarrillos!) que ha confeccionado una lista de los latinoamericanos más ricos de Hollywood y que esa lista está encabezada por Jennifer López, con 225 millones de dólares que equivaldrían a 177 millones de euros. Lo primero que me pregunté fue qué era lo que buscaban en los Estados Unidos, y particularmente en Hollywood, de los latinoamericanos. Está claro que no se trata de talento actoral, cosa que Jennifer López posee tan sólo en dosis homeopáticas. También está claro que no se trata de talento para la música, puesto que Jennifer tiene una voz pequeña y su pop-rock es más que convencional. Se me ocurrió entonces que López encarnaba un tipo de belleza étnica que a los norteamericanos les encanta adosar a su paleta; y después reparé en su característica más saliente, lo cual hizo que la conclusión se volviese inevitable. En Hollywood nos quieren para que pongamos el culo.

  Recorrer el resto de la lista no ayudó a que disipase mi impresión inicial. Después viene Salma Hayek, que sí es una belleza más allá de toda consideración étnica. (Aunque no puedo olvidar, y mucho menos en estos días, el componente libanés de su sangre.) Y un poco más adelante está Shakira, cuyo éxito en los Estados Unidos se debe más a su capacidad de agitar el pandeiro que a sus canciones. A la gran mayoría de los norteamericanos de hoy la música le entra por los ojos. No imagino que Jessica Simpson tenga gran predicamento entre los ciegos.

Menos mal que Salma nos ayuda a conservar la dignidad. Es una chica lista, a quien le gusta jugarse por proyectos que se escapan de lo que el mercado de USA espera de nosotros: la película sobre Frida Kahlo que dirigió Julie Taymor, por ejemplo. Cualquier niño que, como Salma, haya decidido dedicarse a la actuación después de ver Willy Wonka y la fábrica de chocolates (la versión vieja con Gene Wilder, no la de Johnny Depp) merece de por sí todos mis respetos.  Y además parece una mujer sensata: salió de inmediato a desmentir lo de la presunta lista de Fortune, diciendo que no tiene semejante fortuna y que si la tuviese se retiraría para dedicarse a ayudar a los pobres.

Por supuesto, esta tendencia de Hollywood no es nueva. Desde los comienzos los latinos sólo les hemos servido para aportar color, desde Valentino a Antonio Banderas, desde Carmen Miranda a Michelle Rodríguez. Somos el sidekick, el bandido, el pistolero. Somos la bomba sexual de cintura estrecha y posaderas anchas, con Rita Hayworth (nacida Margarita Cansino) como estrella guía. Ella fue la pobre que comentó: “Los hombres se van a acostar con Gilda y se despiertan conmigo”. Por algo su vida la condujo rápidamente a un ocaso de drogas y de alcohol; cómo no entenderla, a esta pobre Margarita devenida Margot. En este sentido me divierte que Salma esté produciendo la versión norteamericana de Betty la fea: si consigue imponer allí la historia de una mujer que va a contrapelo de los cánones de belleza habituales, su triunfo será doble.

En estos días en que el Mercosur aspira a crear un banco que financie a los países que lo componen, prescindiendo del FMI y de los prestamos de las naciones más poderosas; en estos días en que Argentina y Brasil se deciden a sostener su intercambio en una moneda que ya no sean los dólares, me asiste más que nunca la esperanza de que persistamos en nuestro camino individual, por supuesto sin perder la mirada panorámica en un mundo cada vez más interdependiente. Llegó la hora de crear nuestro propio Hollywood, de potenciar nuestra circulación cultural: ¿no tienen ustedes, como yo, la sensación de que se avecina nuestro momento?

Y en la medida de lo posible, repatriemos a Salma.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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