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Pronósticos reservados

Por 27 de diciembre de 2005 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Anoche nos pasamos más de dos horas leyendo un libro con las predicciones del horóscopo chino para el 2006. Estábamos todos: mi padre, mis hermanos, mi mujer, mis hijas… Fueron tan sólo dos horas porque empezamos a leer al filo de la madrugada, si hubiésemos arrancado más temprano habrían sido tres, o más. Por supuesto, todo comenzó como un juego, ninguno de nosotros cree seriamente en los horóscopos, ni en los chinos ni en los de ninguna clase. Pero la simple posibilidad de oír algo aunque más no fuese parecido al futuro con que soñábamos nos mantuvo a todos unidos y en silencio, mientras mi hermano leía. Los búfalos oímos sobre nuestro porvenir (el 2006 es el Año del Perro, y para suerte nuestra perros y búfalos se llevan bien, aunque no tanto como los perros y los caballos), y después fue el turno de los conejos (una de mis hijas es conejo), de los caballos (mi mujer) y más tarde el de las cabras (esto es, mi hermana y otra de mis hijas). Cuando nos quisimos dar cuenta ya era tardísimo, todos empezaron a despedirse y a salir, pero aún así mi hija número tres se quedó en un rincón, desesperada por ponerse al tanto sobre la suerte de los chanchos. Ahora que lo pienso, olvidé preguntarle cómo se llevan chanchos y perros; por su propio bien, espero que de forma amigable.
Supongo que los horóscopos tienen el atractivo del sendero preestablecido. Aun cuando nos prometan un camino escarpado, el hecho de que nos lo informen de antemano nos ayuda a relajarnos: una vez que sabemos que el cielo entero está en nuestra contra, ¿qué sentido tiene luchar a brazo partido?
Yo no suelo consultarlos ni siquiera como juego, porque me conozco y sé que cuando lo hago es un signo inequívoco de que me estoy aproximando a algún borde, de que mis fuerzas están capitulando, de que necesito una ayuda que aceptaría aunque viniese desde lo alto: una suerte de Séptimo de Caballería, pero cósmico. Eso sí, cuando al fin me entrego a los hados prefiero hacerlo con cierto estilo. El único horóscopo que me divierte es el de Michael Lutin, que escribe para la revista Vanity Fair. Lo que me gusta de Lutin son dos cosas. La primera es el hecho de que a diferencia de sus colegas, que pronostican bonanza, alegría, riquezas y satisfacción sexual para todos los signos al mismo tiempo (¡el cliente siempre tiene razón!), si Lutin tiene que decirte lo peor, lo hace sin que la mano le tiemble un instante. Lo otro que me gusta es la forma ocurrente en que explica las cosas. La última vez que lo leí le dijo a los acuarianos como yo: “Si esto fuese la Antigua Grecia, jurarías que alguien te ha echado encima a las Furias”. Su consejo final habría sido desesperante, de no haber estado redimido por el humor: “Si quieres gritar, puedes hacerlo”.
La única explicación que tengo para mi ocasional recaída en manos de Lutin es la siguiente: que en el fondo no creo en otro destino que no sea el que nos labramos con nuestras propias manos. Por eso, cuando la fe en mi propia voluntad flaquea y dudo, consulto un horóscopo que en lugar de dorarme la píldora me promete catástrofes y Furias, y por ende no me deja más remedio que mandar a paseo los horóscopos, bajar la cabeza y seguir arremetiendo.
La experiencia de anoche debe haberme marcado más de lo que creía. ¿Bajar la cabeza? ¿Arremeter? Dios, ¡estoy hablando como un búfalo!

………………

Y ustedes, ¿de qué signo son?

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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