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Nadie se salva solo

Por 24 de enero de 2010 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Durante los últimos días me morí de envidia mientras varios de ustedes comentaban pelis como La cinta blanca y Teniente corrupto, que todavía ni asomaron sus narices aquí por Buenos Aires. Pero al menos pude ver Up In The Air (permítanme llamarla por su título original, ya que el Amor sin escalas que le encajaron en este país no sólo es cursi, sino además engañoso), que me gustó mucho. Basada en una novela de Walter Kirn que no he leído, la peli de Jason Reitman hace algo que solían hacer las comedias brillantes del Hollywood de la Edad de Oro pero que desde entonces se ha convertido, prácticamente, en un arte olvidado: danzar con ligereza en torno de un tema muy serio, logrando el cometido de ser encantadora y humorística sin banalizar el asunto en cuestión.

         El protagonista de Up In The Air, llamado Ryan Bingham (George Clooney), se mueve con la gracia de un Cary Grant de estos tiempos, sin disimular nunca que lo que hace para vivir es deleznable: trabaja despidiendo gente. En una escena particularmente divertida, su jefe Craig Gregory (Jason Bateman, siempre sublime) pinta un panorama desolador de la economía de los Estados Unidos y lo remata diciendo salgo así como: “Este es nuestro momento”. Porque en efecto, cuando peor le va a los trabajadores mejor le va a la empresa CTC, que ya desde el arranque aplica eufemismos a su quehacer digno de un verdugo: CTC significa Career Transition Counseling, algo así como Consejeros para Carreras en Transición –cuando, como Gregory y Bingham saben bien, en la mayoría de los casos, la transición de los despedidos es hacia una desocupación eterna.

         Está claro que Up In The Air no es una peli sobre la crisis económica de USA. En términos estrictos es la historia de Bingham, que viaja a distintos puntos del país todos los días (en un momento sostiene que lleva recorridos durante el año más kilómetros que los que nos separan de la luna) y que está convencido de haber hecho del detachment un estilo de vida. Sin amigos ni pareja estable ni relación seria con su familia, Bingham está convencido que todo lo separa de la felicidad absoluta es la tarjeta que American Airlines le concederá cuando haya llegado a un récord de millas acumuladas.

         La historia se dedica a tres situaciones concretas de la vida de Bingham: el affaire con una mujer que, tal como ella misma lo define, es idéntica a él “pero con una vagina” (estupenda Vera Farmiga), el casamiento de su hermana menor y la relación forzosa con una nueva ejecutiva de CTC (Anna Kendrick) que amenaza poner de cabeza su existencia. Lo maravilloso es la forma en que Kirn, Reitman y el coguionista Sheldon Turner imbrican esos episodios personales con la pintura mayor, esto es, la situación general de la economía de USA y las consecuencias que el estilo de vida que eligió empiezan a tener sobre Bingham. Y aunque en algún momento la peli hace sonar una nota falsa (esa epifanía que mueve a Bingham a abandonar una conferencia apenas empezada: puro cliché), se redime de inmediato al garantizarle a sus protagonistas un futuro tan agridulce como el que espera a su país: justo cuando creen haberse ganado una posición de privilegio a prueba de cataclismos económicos, justo cuando se convencieron de que podrían salvarse solos aunque el naufragio se llevase a todos los demás, la realidad les demuestra que no hay forma de ser feliz cuando todos sufren, por más que pongamos miles de metros de altura entre la humanidad y nuestra persona. Cuando uno sube demasiado pensando en protegerse, tarde o temprano se queda sin aire.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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