Marcelo Figueras
Los mejores tesoros se encuentran en los lugares más inesperados.
A tan sólo cinco minutos de subirme a mi vuelo de conexión a Puerto Rico, no esperaba encontrar en la librería del aeropuerto de Miami más que toneladas de Grishams y Coelhos. Que estaban, por cierto, desbordando los anaqueles. Pero también estaba Maps and Legends, un libro de colección de ensayos de uno de mis escritores favoritos de los Estados Unidos de hoy: Michael Chabon, el autor de The Amazing Adventures of Kavalier & Clay, Wonder Boys y The Yiddish Policemen Union.
Algunas de las cosas que dice en el primer ensayo, Trickster in a Suit of Lights, las suscribo ciento por ciento. Chabon empieza admitiendo que ‘entretener’ es una mala palabra entre artistas, críticos e intelectuales. Para de inmediato afirmar: ‘…Yo leo para entretenerme, y escribo para entretener. Punto’.
Qué grande, este Chabon. Pero sigue:
‘Oh, podría ofrecer motivaciones y explicaciones un poco más impresionantes. Podría descorchar material sobre teoría de la respuesta o la parole lacaniana. …Una ráfaga de Jung podría perfumar el aire. Podría aducir la fórmula de Kafka: ‘Un libro debe ser el hacha que rompa los mares helados de nuestra alma’. …Pero al final –y este es mi punto- todo volvería a reducirse al entretenimiento, y a su suave guardaespaldas, el placer’.
‘El sentido original de la palabra entretenimiento es uno adorable, de apoyo mutuo que se entreteje, como un par de árboles creciendo juntos, cada uno sostieniendo y tolerando al otro. Sugiere una transferencia de energía en lo alto, contacto a través de un vacío, como el enredarse de cables y acero entre dos cabezas de puente solitarias. No se me ocurre una mejor aproximación a la relación entre lector y escritor’.
A mí tampoco.
Seguiré leyendo en voz alta dentro de algunos días.