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Las Cenicientas de la creación

Por 4 de diciembre de 2009 diciembre 16th, 2021 Sin comentarios

Marcelo Figueras

He aquí una pregunta que me (per)sigue desde que comencé a trabajar en este rubro: por qué –por qué, ¡POR QUE!- esa obstinación de parte de tanta gente (productores, directores, actores) en negarnos entidad a los guionistas.

         Pocos días atrás fui a cenar a la casa de Guillermo Martínez, uno de los mejores escritores argentinos de hoy, para homenajear a nuestra editoria holandesa, Nelleke Geel, que estaba de visita en la Argentina. Allí me crucé con otra gran escritora, Claudia Piñeiro, la autora de Las viudas de los jueves. (Novela que adapté al cine con Marcelo Piñeyro.) No sé cómo salió el tema, pero Claudia me habló de una nota que recientemente había salido en el semanario cultural Eñe del diario Clarín. La firmó Sergio Vainman, autor de muchos éxitos televisivos y actual presidente del Consejo Profesional de Televisión de Argentores. Y lo que la inspiró fue otro artículo periodístico en el cual, mientras se celebraba la excelencia  de una obra (en este caso, el programa de TV Trátame bien), se ignoraba por completo la participación de los autores en ese proceso.

         Pocos días después me la envió por mail. Tenía razón, el artículo vale la pena.

         Vainman arranca con maravillosa ironía, recordando que la idea de la autogénesis o generación espontánea ha sido desterrada del pensamiento científico hace mucho tiempo. Ya el viejo Lear sabía claramente que nada sale de la nada. “Todos acuerdan con que de la nada no surgen microbios, pero algunos sí parecen aceptar que de la nada… o de nadie, para ser más preciso, puede surgir una obra audiovisual digna de análisis sociológicos, generadora de pensamientos y adhesiones masivas”, dice Vainman.

         Después de dar detalles sobre el artículo que motivó su indignación (según dice, los actores hablaban largamente, en paralelo a sociólogos, psicoanalistas y científicos de toda laya que opinaban sobre el programa y sus personajes), Vainman se pregunta: “¿Este espectáculo nació de la nada? ¿Un día, un grupo de actores se reunió y como producto de una improvisación genial dio a luz estos personajes? ¿Fueron creados, acaso, en un laboratorio sociológico? ¿Son, tal vez, ejemplos de algún Manual de Psicología de la Conducta?”

         “A pesar de que el extenso artículo no lo diga –prosigue Vainman, refiriéndose a los personajes de Trátame bien-, esta familia representativa quizás de los argentinos de hoy; estos personajes contradictorios y polémicos, tan analizados por todos; estas situaciones de alta conflictividad que impresionan a sociólogos e identifican a los espectadores, no son reales (aunque sean realistas); nacieron de las cabezas, de los espíritus, de la sensibilidad y la experiencia personal de un grupo de personas: LOS AUTORES… Autor, según el diccionario, es el responsable de un hecho, el que lo origina, el comienzo. Y si para la ley, autor de un delito es aquella persona penalmente responsable y merece un castigo, lo mismo debería ocurrir con un programa de televisión por el cual puede un autor ser condenado por plagio, pero no merece – al menos eso se desprende del contenido de este artículo – no digamos ser entrevistado o requerida su opinión, sino siquiera ser nombrado”.

         “Los devenires del mundo del espectáculo en la Argentina –concluye Vainman- van marcando una tendencia en donde la pérdida de la identidad de las obras se manifiesta en la dilución cada vez mayor del creador. Esto, curiosamente, no se debe a un colectivismo socialista que desplace a la propiedad privada de las obras intelectuales, sino al objetivo por parte de otros integrantes del proceso artístico de apropiarse y de concentrar los méritos y las retribuciones sociales, artísticas y económicas correspondientes al autor. Y no sólo en televisión: el teatro y el cine muestran palmarios ejemplos de la misma apropiación”. El artículo termina reparando la injusticia al nombrar a los autores del programa: Susana Cardozo y Pablo Lago, “que se tomaron el trabajo de pensar, en el tiempo que les tocó, cuál era la mejor forma de dejar testimonio de la sociedad en la que vivieron y murieron, a través de la voz de sus personajes”.

         Una cosa es que los guionistas / autores estemos acostumbrados a tolerar este tipo de apropiaciones, y otra muy distinta es que las toleremos, o las consideramos justas.

Esa noche en lo de Guillermo Martínez terminó con otro golpe a mi autoestima, cuando un productor famoso (que no pienso nombrar, así que no insistan) me contó como si fuere una gracia que a menudo se olvidaba de invitar a los guionistas al estreno de las películas que escribían…

Qué se le va a hacer: somos las Cenicientas del arte.

Por ahora.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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