Marcelo Figueras
Vi a Michael J. Fox en el Daily Show, entrevistado por Jon Stewart. ¿Se acuerdan de él, del adorable Marty McFly de Back to the Future? Desde que el Mal de Parkinson se le volvió incontrolable, prácticamente no ha vuelto a actuar. Lo que sí ha hecho desde entonces, y de manera incansable, es trabajar para crear conciencia sobre la enfermedad. Su participación en campañas y su apoyo a los científicos que investigan a partir de células embrionarias ha sido encomiable, a la vez que le valió no pocas críticas.
Rush Limbaugh, virtual vocero de la derecha en los Estados Unidos (es el más popular de sus rostros en los medios), llegó a decir que Fox ‘actuaba’ su enfermedad ante las cámaras, exagerando para obtener réditos políticos. Sólo alguien despreciable como Limbaugh, capaz de decir lo que considere necesario para llevar agua a su molino, puede concebir siquiera que alguien finja semejante cosa durante una entrevista en la televisión nacional –lo que equivale a decir, ante la vista de sus cuatro hijos.
¿Alguna vez se cruzaron con Fox por TV en estos años? Les juro que hace doler el alma. Verlo luchar con su cuerpo indominable es angustiante, aun cuando Fox escapa de la autocompasión por la vía del humor. Durante su presentación en el Daily Show percibí una dificultad en el habla que antes no estaba, pero su gracia y su humanidad siguen intactas.
Stewart le preguntó cómo lidiaba con sus hijos, dado que los niños suelen padecer el descubrimiento de que sus padres no son superhéroes. Fox comentó una conversación reciente con su hija más pequeña, de apenas 7 años, durante la cual le explicó la diferente manera en que sus cerebros funcionaban. ‘Creo que lo que evita que sufran es la manera en que valoran la honestidad’, dijo. ‘No necesitan que tengamos ningún superpoder, les basta con que seamos honestos con ellos’.
Mis respetos más profundos para este señor.