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La fruta en su punto

Por 16 de octubre de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Vivimos en sociedades donde la juventud es un valor supremo. Si no se la tiene, hay que simularla. Y si ya no podemos fingirnos jóvenes (al menos esto es lo que sugiere la imaginería que propalan a diario los medios), deberíamos darnos por vencidos y dejar el sitial a los que vienen empujando.

El peso simbólico de la juventud es tremendo. No quiero ni pensar lo que debe representar para una mujer, conminada a elegir entre la seducción o la nada. Pero sé bien lo que siente uno cuando es artista. Los artistas nos compramos siempre la historia del genio temprano: Mozart, Byron, Keats. Hasta el punto en que se nos vuelve un fantasma. Yo viví mucho tiempo obsesionado por el hecho de que Orson Welles filmó Citizen Kane a los 24 años. Sentía que si no rodaba mi propia obra maestra antes de alcanzar esa edad, todo perdería sentido. Menos mal que no logré filmar nada. Si algún irresponsable hubiese producido una película mía en aquel entonces no habría obtenido otra cosa que una porquería pretenciosa.

Volví a pensar en el asunto leyendo un artículo de Malcolm Gladwell en el New Yorker, titulado Late Bloomers, en alusión a aquellos que maduran tarde. Gladwell coincide en que existe un mito del artista joven: ‘En la concepción popular, el genio está ligado inextricablemente con la precocidad -hacer algo verdaderamente creativo, solemos pensar, requiere la frescura y la exuberancia y la energía de la juventud’. /upload/fotos/blogs_entradas/t._s._eliot_med.jpgGladwell cita además la noción de que los poetas producen sus mejores trabajos a poco de andar -T. S. Eliot escribió La canción de amor de J. Alfred Prufrock a los 23-, para derrumbarla de inmediato recurriendo al estudio de un economista que ligó los poemas del canon estadounidense con la edad de sus autores al escribirlos. A excepción de Eliot y su Prufrock, la inmensa mayoría de los mencionados tenían más de treinta, o cuarenta, y hasta cincuenta -William Carlos Williams escribió The Dance a los 59.

Como suele ocurrir, cada ejemplo sugiere su propio contraejemplo. Welles hizo Citizen Kane a esa edad temprana pero nunca pudo volver a filmar nada del mismo vuelo. Los cuadros del longevo Picasso que mejor cotizan son los de juventud, pero con Cezanne ocurre exactamente lo contrario. Gladwell construye su artículo oponiendo los casos de Jonathan Safron Foer, que nunca había soñado con ser escritor y terminó Everything is Illuminated a los 19 (su única formación fue un curso de escritura creativa donde Joyce Carol Oates le dijo que tenía lo más importante que un narrador debe tener: energía), con el de Ben Fountain, un abogado que dejó su trabajo para dedicarse a la literatura en 1988 y logró notoriedad 18 años después, con una colección de relatos llamada Brief Encounters with Che Guevara.

No existe indicador científico alguno que pruebe que el talento se esfuma con la juventud. La vida funciona a este respecto como los parques de Japón: no existen senderos predeterminados, es uno quien abre el camino que mejor le cuadra.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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