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La conexión Bellow

Por 4 de marzo de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Llegué a Saul Bellow por culpa de Martin Amis. Leyendo uno de los libros que recopila ensayos de Amis, titulado The War Against Cliché, me encontré hace algunos años con que uno de los textos empezaba de esta manera: "(El libro de Bellow) The Adventures of Augie March es la Gran Novela Americana. No busquen más. Todos los rastros se enfriaron hace cuarenta y dos años. La búsqueda (the quest) hizo aquello que las búsquedas raramente hacen: terminó". /upload/fotos/blogs_entradas/augie_march_med.jpgCorrí a comprar Augie March, si no lo hubiese hecho habría sido un síntoma de senilidad prematura de mi parte. Pero Augie es un texto demandante como todas las Grandes Novelas, americanas o no. Coqueteé con sus primeros capítulos y nos separamos de común acuerdo. No era mi tiempo para Bellow. Todavía.

A comienzos de este año, pocos días antes de emprender viaje, volví a toparme con las palabras de Amis: el llamado de un gallo a la vigilia. Y ya en Londres encontré el volumen de las Collected Stories de Bellow, desde cuya tapa Amis reformulaba el desafío: "Este es el libro más grande de nuestro escritor más grande". Lo compré de inmediato, si no lo hubiese hecho habría constituido un síntoma de mi muerte prematura. La dinámica del viaje se prestó a la degustación de textos cortos. Leí una de las joyas de la colección, The Bellarosa Connection, en el trayecto del tren entre París y la ciudad de Rennes, dos horas de perfecto azoramiento -y de goce.

Por favor no asuman que este texto pretende realizar un juicio crítico sobre Bellow, ni siquiera sobre las Collected Stories. No creo estar en condiciones de hacerlo hoy, quizás no lo esté nunca. En todo caso, lo que me gustaría hacer es compartir la experiencia de descubrir a Bellow, a quien sospecho -estoy leyendo Seize the Day, ya habrá tiempo para Augie- uno de los más grandes escritores del siglo XX, y quizás de la Historia.

La sensación inicial que me produjo leer a Bellow es el encuentro con una mente prodigiosa. Hablando de la travesía existencial de Augie March, Amis dice: "Si es que tiene un destino, se trata simplemente de una parada llamada Consciencia Absoluta". En Him With the Foot in His Mouth, Bellow lo expresa a su manera: "Pero en esta belleza desierta el hombre vive todavía como un ser permeado por Dios". La Consciencia con mayúsculas que Bellow araña repetidamente en sus escritos se vuelve más Absoluta a medida que va comprendiendo sus propios límites. Amis subraya que Mr. Sammler’s Planet (1970) presenta el Holocausto como un acontecimiento histórico comprensible, mientras que The Bellarosa Connection (1989) se rehúsa a explicar lo inexplicable. Las paradojas del conocimiento humano, o mejor aún: de la experiencia humana, que sólo se eleva en la medida en que se familiariza con sus límites. "(…) el amor es difícil de encontrar. El odio existe en cantidades tremendas. Y evidentemente uno pone en peligro su ser al esperar la pasión más infrecuente", dice en Cousins.

/upload/fotos/blogs_entradas/bellow_med.jpgLa puerta de entrada a esta Consciencia es un lenguaje que es capaz de ser barroco y preciso a la vez, siempre creativo a la manera de un torrente: Bellow es un forjador de lenguaje a la manera de Shakespeare. (Creo haber encontrado el eslabón perdido entre el autor de Hamlet y el presente: mi cadena personal no había llegado más allá de Dickens, pero ahora intuyo que puedo reformularla de esta manera, Shakespeare-Dickens-Bellow, con el americano de origen ruso-canadiense como último portador de la antorcha.) Todavía estoy sorprendido por la manera en que sus cuentos me han afectado, aun cuando van en contra de algunos de los preceptos que suelo (per)seguir, como las formas perfectas o las anécdotas prolijamente hiladas. Los textos de Bellow dictan sus propias reglas y deslumbran a pesar del extrañamiento que sugieren: son objetos tan bellos e infrecuentes como el amor mismo.

Estoy seguro que volveré a hablar de este hombre más de una vez. Los artistas que nos conmueven de verdad se comportan como fantasmas, se mudan dentro de nuestra casa, de nuestra alma. A veces nos iluminan y a menudo nos desgarran: tales son las reglas del juego, que tratamos de aceptar con gracia. Como dice en Bellarosa: "Un hombre de primera clase subsiste gracias a la materia que destruye, al igual que las estrellas".

Mi materia está más que dispuesta.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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