Jean-François Fogel
Tengo todavía una copia de Los Nuestros, el libro de Luis Harss que asumió el papel de manifiesto para anunciar al mundo hispanohablante la llegada del "boom". Era muy fácil de entender: Carpentier, Borges, Onetti, Cortázar, Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa pertenecían todos al auge de una literatura, es decir, de una invención del mundo por escritores. De la misma manera, aunque él escribe en inglés, me parece hoy que Junot Díaz es uno de los nuestros. Nació en República Dominicana, pero no puede negar sus pasos por las universidades norteamericanas de Rutgers y Cornell. Acabo de leer su primera novela The brief Wondrous life of Oscar Wao (Faber and Faber) y quedo deslumbrado. Es una obra de una energía fenomenal, con una racha de vida, una vitalidad en la narración que me impidió dejar el libro hasta terminarlo. Y ahora me queda una pregunta: ¿este Junot Díaz no es de los nuestros sin parar de ser uno de ellos? Según su novela, parece que sí.
Es por un lado, de manera muy obvia, un escritor gringo: su libro tiene una arquitectura impecable, una edición cuidadosa a nivel de cada párrafo, unas referencias a la cultura popular (televisión, ciencia-ficción, etc.) que es de EE.UU. Pero se nota también una manera chismosa de contar el barrio, un talento para pasar de la crónica de una familia al relato de la historia política, una creencia en las fuerzas secretas de la fe y de la magia que son de la otra América en la zona del Caribe. Ni hablar de su lenguaje para decir dónde se ubica este novelista. Habla de un "culo que jalaba más que una junta de buey" sin detenerse en la mas mínima traducción al inglés. De la misma manera describe el hablar de una chica con un "the mouth of a colmado superstar" que habla a gritos entre vecinas. Su lengua es el español de Paterson (New Jersey). Me comprometo en leer la traducción al español. Será una hazaña pues me parece que este texto ya es algo que vive, que respira en español. El Oscar Wao del título es en realidad Oscar Wilde pronunciado en una zona sumamente latina del mundo gringo. Estamos ya más allá de la frontera pero Junot Díaz sigue siendo uno de los nuestros. Tiene su mundo y lo lleva a todas partes. Un verso de Derek Wolott citado en el epígrafe del libro plantea este problema de todos los inmigrantes: "de dos cosas una: o soy nadie o soy una nación".
La nación es la República Dominicana. En un movimiento de un alcance suavemente escondido el relato se va de la vida de un gordo asqueroso de New Jersey (uno piensa por un momento en La conjura de los necios de John Kennedy Toole) a la evocación de la isla bajo el dominio loco de Rafael Leónidas Trujillo Molina. Otras novelas vienen a la mente del lector (La fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa, o Galindez de Manuel Vásquez Montalbán) pero Junot Díaz tiene una voz que no se puede comparar con otras. O mejor dicho: ¡Coño, qué voz! Finge hablar en lugar de escribir, mezcla sus idiomas, grita comentarios, tira frases que podrían ser de un programa de radio y al final impone al lector una creación novedosa. A mi juicio, la mejor novela sobre la esencia de República Dominicana a pesar de empezar en New Jersey. Desde la publicación de su único libro de cuentos Drown se esperaba su primera novela. Ha producido una obra que confirma la existencia de otro idioma español. Técnicamente, se va notar su uso de las notas de pie de página como herramienta para acelerar la narración (una invención total), pero de verdad se trata del síntoma de la conquista de un territorio literario por uno de los nuestros.