Marcelo Figueras
Supongo que podría echarle la culpa al viaje agotador que acaba de terminar, y a la intensidad con que viví tantos días entre los Estados Unidos, España, Israel y Palestina. Pero no quiero engañarlos. Aunque no hubiese movido el culo de mi sillón durante un mes, seguramente habría hecho lo mismo. Para delicia de mi hija más pequeña, me pasé gran parte del fin de semana viendo la primera temporada de Veronica Mars, la serie creada por Rob Thomas y protagonizada por (suspiro) Kristen Bell. Quiero decir: veintidós capítulos de casi una hora de duración. Hagan la cuenta. ¡Casi un día entero dedicado de corrido a la detective amateur!
Había oído hablar de la serie y terminé pescando la segunda temporada por TNT. La tercera la agarré empezada, y me deprimió tanto el hecho de que el canal decidiese no firmar contrato por una cuarta, que me perdí el final. Todo es cuestión, ahora, de esperar al 23 de octubre. Es la fecha en que la temporada final sale editada en DVD. Ya no puedo hacer otra cosa. En su momento me plegué a una campaña de firmas (lo confieso), que terminó enviando miles de golosinas, las célebres ‘Mars bars’, a la directora del canal. Vaya a saber quiénes terminaron empachándose con el obsequio. A todos los que digerimos tan sólo nuestra frustración no nos queda más que ver los viejos capítulos y rezar para que Kristin Bell no desaparezca de las pantallas. Por el momento no nos está yendo mal. Su voz es la del relato en off de la serie Gossip Girl, que se estrena aquí en noviembre. Y además la veremos en Héroes, ya que participa en no menos de trece capítulos de la nueva temporada. Y el año que viene se estrena en cine Forgetting Sarah Marshall, una comedia de Judd Apatow en la que interpreta a la chica inolvidable del título.
Veronica Mars no hizo historia ni nada parecido. Era una serie muy bien pensada, sobre la hija adolescente de un ex policía metido a detective privado que, algo inevitablemente, sigue en los pasos de su padre. Aunque así contada suene a Nancy Drew, me gustaba porque el mundo en que transcurría no era edulcorado (¿cuántas series para adolescentes están protagonizadas por una chica de 17 que fue drogada y violada durante una fiesta?), porque tenía diálogos inolvidables y un gran sentido del humor. El actor que interpretaba a Logan Echolls, el chico-malo-transformado-en-bueno, también es digno de ser tenido en cuenta: se llama Jason Dohring y merece un gran futuro. Pero la clave del éxito es, sin duda alguna, la protagonista Kristen Bell. A los 27 años, Bell es de las pocas actrices que pueden aspirar al parangón con Audrey Hepburn: por delgadas y menudas, claro, pero también por su capacidad para moverse entre el drama y la comedia como pez en el agua y por el encanto que exuda aun cuando no hace nada. Si le temo a los papeles que interpretará en Héroes y en Sarah Marshall es porque sus personajes parecen más equívocos que Veronica Mars. Los hará más que bien y convencerá al mundo entero de su versatilidad, pero ¿quién puede sentir placer disfrutando odiando a Audrey Hepburn?
La termino aquí porque mi hija quiere que entre en Amazon a comprar la segunda temporada. Las cosas que hay que hacer para ser buen padre…