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¿Es que no hay heladerías en el cielo?

Por 10 de abril de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Anoche mi madre me pidió un helado. Lo cual no sería nada extraordinario, de no haber muerto mi madre hace casi 20 años.

Lo que me fascina de los sueños no es tanto su significado como su verosimilitud, la perfecta forma en que ocupan el lugar de la realidad durante el tiempo en que nuestro cuerpo se apaga casi por completo. No importa cuán disparatada sea su lógica, o en qué medida sus hechos contradigan las leyes que rigen el mundo diurno: asumimos sin problemas que nos está permitido volar, o que los muertos pueden regresar para conversar como si nunca se hubiesen ido, porque vivimos “en” el relato del sueño con la misma naturalidad que otorgamos a la mitad del día consagrada a la consciencia. Mientras soñamos no existe otra realidad que la que estamos experimentando en ese instante, por lo cual el sueño también se transforma en experiencia, en lo vivido.

Algunos de los elementos de ese sueño que tuve eran diurnos, los arrastré de cosas que había vivido horas antes de dormir. Por ejemplo: mi madre me pedía el helado mientras yo miraba una película con Al Pacino (películas dentro de la película de mi sueño: mi cabeza es una caja china), cuando pocas horas antes, en mi DVD club, yo había descubierto un filme de Pacino del que nunca antes había oído hablar. Se llama 88 minutes, y si Google no me engaña, todavía no lo estrenaron ni siquiera en USA. El único motivo por el que no lo alquilé fue porque alguien más se había llevado la copia. Pero se ve que por la noche empecé a inventármela, hasta que a mi madre se le ocurrió interrumpirme con su demanda.

Por supuesto que me pregunté qué significaría el sueño. Se me ocurrió que quizás la clave girase en torno del pedido de mi madre. Uno asocia el pedido de un helado a un hijo, y no a un padre o a una madre: son la clase de cosas que nuestros pequeños nos reclaman a menudo. Y me pregunté si la cuestión no tendría que ver con una pequeña disputa que tuve con mi padre, que por fortuna está vivo aunque tenga que retarlo (¡como a un niño!) para que no coma cosas que le hacen daño. Estaba por la mitad de este texto cuando mi hermano telefoneó, para comentarme que había vuelto a ver la última peli de Superman con sus hijos, y que se había quedado enganchado en una frase que habla del momento en que nos convertimos en padres de nuestros propios padres.

La vida es extraña. Esa es la parte buena.

Lo que me dejó vibrando como un diapasón fue el hecho de que durante el sueño, mi madre estuvo viva otra vez. Como antes. Quizás debería decir como siempre, al menos mientras mi cabeza siga produciendo sueños. Todavía no sé lo que el sueño significó, si es que significó algo, pero lo cierto es que a pesar de esta ignorancia lo disfruté.

Hay algo que sin embargo sí sé, aunque mi madre no llegó a decírmelo.

Sé qué clase de helado me habría pedido. Crema americana, o en su defecto crema rusa, en cucurucho bañado con chocolate.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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