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Elogio de la espina dorsal

Por 20 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Marcelo Figueras

Por culpa de Dan Simmons, que le agradece ‘la asombrosa lección’ al final de Drood, terminé anclando en las Lectures on Literature de Vladimir Nabokov. Como era inevitable, me fui de cabeza al capítulo sobre Bleak House, una de mis novelas favoritas de Charles Dickens. Más allá del placer que me dio comprobar que Nabokov veneraba al inglés (‘…me gustaría dedicar los cincuenta minutos de cada clase a la meditación muda, a concentrarnos en, y admirar a, Dickens’), me encantaron unas palabras del comienzo, en las que el autor de Lolita cifra su visión de la literatura.
    Para empezar, Nabokov dice que hay que encarar la lectura con abandono. ‘Todo lo que hay que hacer cuando se lee Bleak House –dice- es relajarse y dejar que nuestra espina dorsal se haga cargo. A pesar de que leemos con nuestra mente, el deleite ante lo artístico se asienta entre nuestros omóplatos. Ese pequeño escalofrío posterior es por cierto la más alta forma de emoción que la humanidad ha alcanzado en la evolución del arte puro y de la ciencia pura. Adoremos a la espina dorsal y su cosquilleo… El cerebro es apenas la continuación de la espina dorsal: el pabilo atraviesa la vela de cabo a rabo. Si no somos capaces de disfrutar de ese estremecimiento, si no podemos disfrutar de la literatura, entonces abandonemos la cuestión por completo y concentrémonos en nuestros comics, nuestros videos, nuestros libros-de-la-semana. Pero yo creo que Dickens –y por extensión la literatura toda, sugiere Nabokov- probará ser más fuerte’.
    No voy a discutir aquí el desprecio con que trata a comics y películas. A esta altura del partido está claro que la literatura no es el único registro narrativo que enciende nuestro pabilo. Lo que me importa es que Nabokov liga este arte con la emoción en su encarnación más alta.
    Sin disfrute, dice a las claras, no hay literatura.
    Eso es lo que yo creo, al menos, en mi modesta condición de acólito del culto a la espina dorsal.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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